jueves, 28 de noviembre de 2013

martes, 26 de noviembre de 2013

Derechos de la Infancia

Diario Córdoba/Educación
27/11/2013

El pasado día veinte se celebró el Día Internacional de la Infancia, fecha que por cierto, si bien algo se habló del tema, prácticamente pasó desapercibida por lo noticiable y popular del momento, altavoz siempre de los Medios.
Pero yo hoy, convencida de que mis palabras no van mucho más allá de mi ordenador, vuelvo al tema porque me duelen los niños, me duele su educación y me duelen mucho sus necesidades y problemas.
Precisamente, y hablando de necesidades, que son auténticos derechos, toda la vida he reivindicado para ellos, como mínimo, el mismo confort que tenemos o deseamos para los adultos en el trabajo. Me comentaba el otro día un maestro el frío tan espantoso que hacía en su Centro y como los niños, con tan bajas temperaturas, ni tan siquiera podían sacar los libros de heladas que tenían las manos.
Recuerdo mis primeros años de maestra en pueblecitos donde, cuando llegaba al aula, en la puerta, niños y madres se aplicaban en encender un brasero por el que pasaban las manos ateridas de todos y, por supuesto, las mías. Resulta que después de tantos años y tantos logros alcanzados, se supone, mientras no hay delegación, lugar de trabajo público o privado dónde no se derroche la calefacción, nuestros niños siguen con las manos y los pies helados.
Nuestros niños y nuestros maestros que también imparten sus clases con toda devoción y soportando los rigores de nuestra Córdoba que de los cuarenta y tantos grados pasamos a los cero sin más medios en la mayoría de nuestras escuelas, para refrescarnos que los abanicos o para calentarnos que dar saltos, como se solía hacer en aquellos difíciles años de los braseros de picón.
Según la Constitución, cualquier decisión, ley, o política que pueda afectar a la infancia tiene que tener en cuenta qué es lo mejor para el niño. Y, claro, cuando una lee esto se queda boquiabierta porque, ¿lo mejor para los niños es asfixiarse o congelarse? ¡Ay, ay, qué mal andamos!

martes, 19 de noviembre de 2013

Carta a mi niña de color

 DÍIA INTERNACIONAL DEL NIÑO




HICE ESTE DIBUJO DE ARCOS DE COLORES
 PARA TI, MI PRECIOSA NIÑA


Como si  de repente me   hubieses nacido, tengo tu foto entre mis  manos que me tiemblan y me sobran para acunar tu cuerpo que más bien son pañales de recién nacida que me huelen a mimos perfumados y limpios. Al pie de la foto tres palabras que  sobrevolando cielos han aterrizado en  mi buzón: tu niña negra.
La historia de esta insólita “propiedad” fue el repente misionero de alguien lleno de amor por sus hermanos los hombres, y que en sus mejores años de joven, emprendió vuelos hacia el Tercer Mundo, cuna negra que espabila sueños en eternas noches de hambre.
Y allí, en un desvelo de mosquitos   y sudores, a la luz de una nada, perdida en el olvido de todos, mis cartas  arrulladas por la agobiante sinfonía de grillos y chicharras.
No merezco tal honor, pequeña, y, sin embargo, cuando supe que, puntualmente, mis pobres y, a veces, torpes palabras viajaban a esa mansión de fatigas y rigores, me gratificó tanto que,  aunque quisiera, no podría faltar a esa cita en la que mi nada   se hace presente  ahí, donde la soledad y la incomunicación, las más insufribles armas, son una palpitante realidad  de cada minuto.
¡Eres preciosa, mi pequeña niña! Te esperaba, desde aquel día que la” mamá-blanca “,  poniendo a prueba todos sus valores, te arrancó de un vientre exhausto para  abrir tus ojos a la vida.
No me canso de mirarte, porque no eres un sueño bonito en el que deleitarme  y pasar más tarde a la página del olvido. No, tú, pequeña Isabel negra, eres de carne y hueso, a la que cuanto más miro más puedo reconocer como mía, y no porque lleves mi nombre,  sino, porque, al tenerte entre mis manos, noto que me brota un manantial en los adentros que  me llena de fervores como si amaneciera en un día festivo.
 Que esa misionera que te puso mi nombre haga con este trozo de papel una pajarita que salte y se arrugue entre tus manos. Así  percibirás, jugando,  el cálido beso fuerte que te envío, posando mis labios en tu carita negra, mata de cabellos anillados.

martes, 12 de noviembre de 2013

Exigencias sin género


DIARIO CÓRDOBA/EDUCACIÓN   
 13/11/2013
A la puerta de un colegio, cada día, se repetía el mismo espectáculo: un matrimonio separado pugnaba por llevarse a su pequeña de nueve años, alumna de mi clase. ¡Se viene conmigo! -gritaba el padre- ¡Se viene conmigo! -gritaba la madre-. Y se peleaban e incluso agredían a la pequeña, tirando de ella de un lado para otro.

No sé si con acierto, intervine: creo que lo mejor -dije- es que hable ella. Tímidamente, la niña dijo: yo quiero estar mejor con mi madre, porque si me voy con mi padre, ¿quién me va a hacer la comida? ¿Quién me va a despertar para venir al cole? ¿Quién me va a lavar la ropa? Un compañero de clase dijo: ¡pues que tu padre aprenda a lavar, a guisar, a... Mi padre -interrumpió la pequeña- es ya muy grande para ir al colegio, y él lo que sabe es subir del bar y ver el fútbol.

Increíblemente sorprendida por lo que oía, me dije: En esta clase tendría que haber una lavadora, una cocina, una plancha... Es cierto que, hoy por hoy, son muchos los hombres que, por razones laborales de las mujeres, comparten tareas domésticas, pero no habría que llegar a esa situación, prácticamente de emergencia, para que, con toda naturalidad, los varones, desde que son pequeñitos, se concienciaran de que la igualdad real, respetando, claro está, las diferencias biológicas, consiste en ir de la mano, hombres y mujeres, en lo que a derechos y deberes respecta.

Y es cierto que en las aulas se les calienta la cabeza a los alumnos con el tema de la igualdad, pero poco hacemos más allá de airear palabras. Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que el objetivo primero de la educación debe ser el de preparar a los alumnos para la vida, y la vida hoy conlleva exigencias sin género.

Atención, pues, a competencias sociales y ciudadanas, autonomía, etc. En la escuela es donde se aprenden cosas nuevas y donde se deberían corregir las "viejas".

sábado, 9 de noviembre de 2013

Entrada a mi blog queridos nietos/as




Más, sí, mis queridos nietos y nietas. ¡Y lo que queda! La abuela tiene cuerda. Así que, paciencia, mis queridos y lindos nietos y nietas.


No hay que  correr muchos para encontrar maravillosos paisajes,
Mirad al cielo y veréis que cerca los tenemos, 
aunque a veces, tal vez,  demasiado lejos.

No caigáis en la barata tentación de venderos a cambio de unos  gramos o kilos de fama porque, si lo hacéis, pronto comprobaréis que lo que habéis comprado ha sido una columna de humo. 

No envidiéis algo que tengan los demás. Seguro que cada uno de vosotros  tenéis mucho que los demás no tienen. Nadie lo tiene todo. Por eso nos necesitamos para  convivir y no para  "jugar "a guerrillas absurdas.

Si sabéis algo que no saben los demás, no presumáis de ello. Posiblemente vuestras oportunidades de saber no sean las del otro. Por eso, o no hablad de vuestra “sabiduría” o si lo hacéis, hacedlo con humildad.

Más de una vez me habéis manifestado vuestros deseos de ser famosos, y es un deseo muy legítimo, pero no confundáis fama con éxito. La fama es propiedad del mundo de afuera. El éxito pertenece a nuestro mundo interior. La fama es cosa de los demás. El éxito es cosa nuestra.

Para nada os midáis con los demás. Los seres humanos no dan jamás la misma talla. Somos únicos, irrebatibles; no hay dobles.

Si acaso creéis, en alguna ocasión, que os olvidan, reflexionad, porque tal vez ese olvido sea una excelente memoria.

No midáis el tiempo en años, días, horas… El tiempo es una sucesión ininterrumpida de momentos y siendo conscientes de ello y llenándolos de sentido, encontraremos la medida de nuestro tiempo.

Cuando por las calles veáis un coche fúnebre, deteneos un instante y guardad silencio. No se trata de una mercancía sino de un ser humano que otro día, tal vez ayer, hacía vuestro mismo camino.

Cuando conozcáis o sepáis de un delincuente, no lo condenéis a la ligera. Pensad que todos, al nacer, somos como estrellas caídas del cielo. Tras cada delincuente hay una familia, una escuela, una sociedad y hasta una iglesia. Yo pediría barrotes para todos.

No apartéis  a nadie por su condición. Mejor por su educación, pero siempre  con el mayor respeto y sencillez

viernes, 1 de noviembre de 2013