martes, 23 de diciembre de 2014

Sentarse a la mesa y algunas ideas



Queridos amigos: hoy toca sentarnos a la mesa.  Me voy a referir, de nuevo, al Blog que dedico a mis nietos, pero  os quiero recordar una frase  que a mí especialmente  me gusta: Los únicos goces puros y sin mezcla de tristeza que le han sido dados sobre la tierra al hombre, son los goces de familia.
Así que vamos a los  más pequeños para que aprendan a valorar y sentir las convivencias familiares.
¡Ea, mis queridísimos nietos y nietas,  esta noche sí es ya Noche Buena! ¿Tenéis preparado el cuaderno dónde todos escribamos al menos una frase? Por si acaso, llevaré yo uno con buen boli para que no haya excusas.
Seguro que esta mañana iréis de compras con vuestros padres que vivieron esa entrañable costumbre, cuando eran niños. Vividla a tope y sé conscientes de esos momentos felices  de familia  unida que se quiere.  Yo, entre tanto, prepararé los aguinaldos que este año con la crisis… ¡Bueno, no os preocupéis que los he recortado poco, muy poco!
Y unas palabras tan solo para que todos dediquemos un momento a recordar al abuelo Mariano que tanto le gustaban estas fiestas y que, era tan generoso, que la última Navidad que pasó con nosotros, muy enfermo  ya, ¡ni una palabra de tristeza! Al contrario, cantó, bailó, tiró  petardos y preparo “los platos gordos” que era cómo llamábamos a la cena. Así que, siguiendo su ejemplo, nada de  penas ni recuerdos: ¡a ser felices y dar gracias por lo mucho que tenemos!
Y ahora unos consejitos para esa mesa de cena en la que todos nos vamos a sentar.   
A la mesa hay que sentarse bien vestidos, limpios, peinados… Y esto no quiere decir que tengamos que estar incómodos, tensos, con ropas súper lujosas. ¡No, no, ni mucho menos! 
Sentarse bien a la mesa  implica otras muchas cosas como saber usar debidamente los cubiertos, saber cortar la carne, comer el pan sin dar bocados a un solo trozo, sino a pedacitos chicos, masticar sin ruidos, evitar que se vea la comida en la boca,  sentarse bien en la silla,  etc. etc.
Las servilletas no son baberos de niños pequeños, luego no os las colguéis del cuello. Usadla con discreción, puesto que van quedando manchas de comida.
Si no os gusta algo de la comida, como mínimo, probadlo pero no le hagáis ascos ni expreséis con gestos o palabras vuestros desagrado. Pensad que las persona  o personas que han cocinado lo han hecho con el mayor interés y esmero para agradar. Así que es de buena educación elogiar lo que se come.
Escuchad al que habla y evitad hablad a la vez y en voz tan alta que solo parezca ruido. Evitad las peleíllas que tanto os gustan entre hermanos.
Si os da tos o tenéis que estornudar, hacedlo con el mayor disimulo posible. Por supuesto, nada de eructos.
No habléis con la boca llena. Es horroroso que los demás nos vean masticar la comida.
Pedir las cosas por favor. No  os levantéis de la mesa, aunque hayáis terminado de comer, hay que esperar a que terminen todos.
Para coger agua o pan, no paséis el brazo por encima del plato de otro. Pedidlo al que lo tenga más cerca.
Y en fin que esto parece un recetario más que mi cartita de Navidad, pero me toca enseñaros y, desde luego, seguir aprendiendo que es mucho.
Cantad, bailad, reíd... Dedicad también un recuerdo a los que no tienen techo, ni plato, ni Navidad ni nada de nada.  .
Y ya termino. Recordad siempre que solo el amor salva y es la mejor fuente de felicidad. Dar y recibir amor es el mejor motor para vivir  y morir en plena conciencia de haber valido la pena  nuestra existencia. Os quiero muchísimo.

Alguna buena idea:
Yo tengo por costumbre dar esta noche el aguinaldo a todos, pequeños y mayores. Y lo hago de la siguiente forma: preparo sobre de colores. En ellos introduzco el aguinaldo que va en función de la edad de cada uno. Los sierro bien y  en cada uno de ellos escribo el nombre del destinatario y la cantidad en Euros. Luego todos los llevo en una bolsa. A la hora de repartirlos- la más esperada de la noche-, mis nietos pequeños van sacando y cantando, al estilo de la lotería, nombre y cantidad a la que todos corean con la palabra ¡Eeeeurooos!
Vale la pena cualquier sacrificio económico por ver la cara de todos  que, en corro y a coro recogen su sobre. Siempre preparo alguna broma, como sobres vacíos que, ¡claro!, tienen repuesto, y cosas así que nos divierten a todos.
Otra idea que a mí me gusta, consiste en el mismo cuaderno que escribimos todos,  plasmar la silueta de las manos de todos y cada uno con su nombre. ETC:
Bueno querida familia de Facebook, que os tendré presentes y que os quiero y deseo seáis todo lo felices que podáis valorando –insisto- las pequeñas grandes cosas que son muchas.




lunes, 22 de diciembre de 2014

Navidad Dos mil catorce




Queridos compañeros: En vacaciones seguimos siendo maestros. De ahí este relato que tal vez nos sirva para reflexionar, valorar  y transmitir auténticos valores humanos.
Me gusta imaginar cómo sería el nacimiento de Jesús hoy. De ahí este relato.

Aconteció en estos días que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su país de origen. 
Un matrimonio de extranjeros, José y María, con la mujer en avanzado estado de gestación, llegados en patera y que buscaban trabajo en España, caminaban sin rumbo en la noche. Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras de una gran ciudad. Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de un veinticuatro de diciembre del año dos mil catorce. Abrazados, retomaron el camino. 
Repentinamente se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que la mujer presentaba síntomas de eminente alumbramiento. 
El hombre llamado José, divisó a lo lejos los arcos de un centenario puentecillo. Allí, María –dijo-, allí podrá nacer nuestro hijo. Buscaré pasto, buscaré leños, encenderé el fuego y esperaremos a nuestro primogénito
Y el hombre, llamado José, extendió el pasto, lo cubrió con su vieja chaqueta y el niño nació. La mujer, llamada María, lo recubrió con su propia ropa y lo recostó en el cálido montón de pacto, junto al fuego preparado por José. 
Aquella madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno, los encontraron y compadecidos le ofrecieron lo poco que llevaban: se despojaron de algunas de sus ropas, les dieron parte de sus bocadillos y prometieron dar cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen. 
También un grupo de chicos jóvenes que  salían de una discoteca, se detuvieron al verlos y cantaron y bailaron para acompañarlos.
Al día siguiente, se personaron en el lugar  tres mujeres provistas de todo lo necesario para atender al niño y darles cobijo durante el tiempo preciso para que retomaran camino a su país. 

Hasta aquí mi visión, hoy, de la Navidad y mi reflexión:  La patria no es propiedad heredada con papeles, sino cielo, dicha y dolor de todos.
Muy feliz 2015, compañeros y amigos.




jueves, 18 de diciembre de 2014

Un bonito y pedagógico video

Queridos amigos y compañeros: os gustará ver este video del acto celebrado el  pasado curso como homenaje -recreación  poética y artística- a Julio Romero de Torres. Proyecto que le ha valido el premio Joaquín Guichot de la Junta de Andalucía. Autores, padres, maestros y muy especialmente mi hija a la que felicito con mi mejor abrazo

http://l.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fyoutu.be%2F_zUJ8RXm4ms&h=7AQEXVp1v&enc=AZPpWLnBOaYTNzgHEAVJNliaRwvA53Nv-_1iKcD96fxLKRKQoFhuX3ap3gq-63RCfup34_XsffUgWZXiCOEnOiDl5WRCj8_7zRxenO70UajahxpwyME1W7Avhv7OUUoG7xh_AYcft47xi3B9m6mP84mzBTSo2C3RXdR0jK9UB6fYlw&s=1

sábado, 13 de diciembre de 2014

Leyenda de la Mulita y el Buey



(El siguiente guión, más amplio, lo podéis encontrar en esta obra, edita por  Narcea Ediciones)

Un hombre que en el campo trabajaba / con una mula y un buey se ayudaba / pero los dos animales, ancianitos ya estaban / y las patas se le doblaban / a cada paso que daban.
¡Lo siento, amiguitos! –dijo un día-. / No me servís ya para trabajar. / Tendré que llevaros al matadero / y algún dinerillo  por vosotros me darán. / No tengo medios para viejecitos alimentar.
Al ser de día, en la cuadra entró / y antes de salir, de nuevo les habló: Queridos animalitos: os debo mucho / tengo que reconocer / cada día me habéis ayudado / en mi duro quehacer. / Podréis por ello comprender / qué difícil me resulta esta decisión / pero no me queda otra. / También sabéis que mal anda mi corazón. / No puedo trabajar solo / quiero, necesito, otra solución   
Y dicho esto, a la mula y al buey en un carrito cargó / y pasito a pasito / a las cercanías de un pueblo llegó / y sentándose en una piedra, se hizo esta reflexión: ¿Dos animales tan viejos quién me va a comprar? No sirven ni para carne, ni para trabajar / Será mejor que los deje en libertad / que hagan lo que puedan / y Dios les ayudará. 
Y bajándolos del carro de ellos se despidió. ¡Ea, aquí termina nuestra aventura! / Tenéis plena libertad / que habéis trabajado mucho / y de ella debéis disfrutar. / ¡Adiós, queridos amigos! / Os deseo encontréis algo de felicidad.
 Y anochecía, cuando el hombre se alejaba / y los dos animalitos uno a otro se miraban. Al fin la mulita habló: ¿Y qué podemos hacer? / Para nada servimos ya / tendremos que caminar / y buscar un refugio / donde la noche pasar.
 ¡Sí, sí, qué frío hace en este lugar! –exclamó el buey- / Pero, ¡qué cansado estoy! / Muy lejos no podré llegar. ¡Ánimo, amigo! Despacito vamos a caminar / seguro que encontramos / dónde la noche pasar.
Mal andaban los dos / cuando, con la luna llena / divisaron un portal. /Era un abandonado cobertizo / con paja y poco más.
 ¡Vaya! –dijo la mulita-. ¡No está mal este lugar / los dos juntitos nos daremos calor / Y ya buscaremos mejor sitio / cuando salga el sol. ¡Vale, vale!  -contestó muy cansado el buey-./ No está mal / me muero de sueño / y mis patas no pueden más.
 Y acurrucados y adormilados estaban / cuando oyeron que un murmullo de pasos se acercaba. / Con las orejas tiesas / en alarma estaban / cuando vieron llegar / a un matrimonio que en borriquilla montaban / y que despacito entre ellos hablaban.
 ¿Qué te parece, María, este lugar? ¡No está mal, José! En esta pajita nuestro niño nacerá Y estos dos animalitos / con su aliento calentarán.
 ¿Has oído, hermano buey –dijo la mulita-, lo que he oído yo?  ¡Sí, sí! Creo que he oído bien, / que un niño nacerá / y que tú y yo con nuestro aliento / vamos a calentar.
 Y nació Jesús, nuestro Salvador / La mulita y el buey su aliento dieron / y el portal se iluminó con estrellas caídas del cielo. / Ángeles, pastores y Magos que a Jesús regalaron y los niños a  coro cantaron:

En el portal de Belén / ha nacido el Salvador / ha nacido nuestro rey / lo calientan con su aliento / la mulita y el buey / ¡Ande, ande, ande, ande, / la marimorena / ande ande, ande que es la Noche Buena.
Al llegar aquí dejan de cantar y recitan a una:

Noche de saber
noche de cantar
que para prestar ayuda

es buena cualquier edad.

martes, 9 de diciembre de 2014

Leyenda del árbol de Navidad


Queridos amigos: Otro cuento de Navidad. Esta vez en mi columna de Educación. Es bonito escribir, leer, contar cuentos,  siempre, pero estos días, por las aulas, sobre todo, se promueven concursos, dibujos, etc. Ea, pues me uno a ese lindo coro de inocentes ilusiones con esta leyenda que os dedico muy especialmente.

DIARIO CCÓRDOBA / EDUCACIÓN
10/12/2014
LEYENDA DEL ÁRBOL DE NAVIDAD
Muy próxima ya la Navidad, nada mejor para los alumnos que una bonita leyenda sobre el porqué del árbol de Navidad Vaya, hoy, por delante la mía:
En un pueblecito lejano vivía un hombre mago que ayudaba  con su magia  a resolver los problemas de sus vecinos. Un día les dijo: he sembrado un arbolito en la plaza pero precisa para crecer que lo reguéis con vuestros deseos. Así cuando llegue la Navidad podrá lucir en nuestro belén.
A partir de aquel día, la gente acudía al jardín y colocándose al lado del arbolito formulaba su deseo: precisamos dinero para ser felices –clamaba  a coro una gran multitud-. Precisamos poder, mucho poder para gobernar sin problemas -decían los políticos-. Pues, nosotros -exclamaban los poetas- queremos premios, fama, mucha fama. Las mujeres, por unanimidad, pedían, belleza, vestidos, etc. Así fue desfilando el pueblo cuyos deseos iban en línea con más sueldo, menos trabajo y más vacaciones. No obstante el arbolito no crecía y la Navidad se acercaba. La gente empezó a clamar: el mago nos ha engañado. Faltan todavía -dijo el mago- los deseos de los niños y ancianos. Queremos jugar -dijeron los niño-, y nosotros -susurraron los ancianos- solo queremos que no nos falte el pan de cada día.
En unos instantes el arbolito empezó a crecer y cuando llegó la Navidad era un precioso árbol. El mago dijo al pueblo reunido en la plaza: vuestros deseos eran solo alimento para vuestra vanidad y gloria material, pero no alimentaban la savia de este árbol Los niños y los ancianos pidieron lo justo y necesario, algo que no debéis olvidar para ser grandes. Ahora pongamos aquí el Belén y será la más cálida acogida para el Nacimiento de Jesús.
Y, desde entonces, el árbol de Navidad se unió para siempre al Portal de Belén.

 (Muy fácil de representar en  el aula o en el hogar)