¡Qué maravilla de juego, alegría, fantasía...!
Queridos amigos y compañeros/as:
Algunos pensamientos, escritos al hilo de los días y que me han servido para valorar la responsabilidad que considero tan única y trascendente como la de ser maestro/a.
Posiblemente, me repita, pero es complicado recordar todo lo que se escribe. Por otra parte, refrescar la memoria no viene mal del todo.
- Los alumnos/as no son sumandos de una suma. Luego jamás debe colocárseles el signo del igual.
- Todos los alumnos/as tienen grandes valores. Si no son apreciables a primera vista, habrá que buscarlos; nunca ignorarlos.
- Cada alumno/a tiene su propia cumbre. Ayudémosle a llegar a ella. De lo contrario lo estaremos condenando a una escalada perpetua de fracasos, cuya escalera, peldaño a peldaño, llevará grabado nuestro nombre.
- Un maestro sin amor, es un pozo sin agua. Por mucho que intente sacar de él, los alumnos/as quedarán sedientos.
- Un maestro/a no es el hombre o mujer que lo sabe todo y lo da atodos. Un maestro es el ser humano que, con humildad, recibe y da..
- Se suele decir que el aula es la escuela de la vida. Yo digo que la escuela de la vida, la primera, sobre todo, para un alumno/a, es su maestro o maestra.
- Un maestro/a no debe consentir que un alumno/a se aleje de la escuela triste y desesperanzado. Una palabra del maestro/a puede cambiar su “universo”.
- Si un alumno/a falla, seguro que en algo está fallando su maestro/a.
- Tras un alumno/a fracasado, hay un ser humano destruido. Reconstruirlo es la primordial labor del maestro/a. La recuperación llegará después. Seguro.
- Un maestro/a no se debe derretir pero sí dilatar.
- Con la humildad de la verdad, confieso que no tengo conciencia de algún alumno/a se haya ido de mi vida con el signo del fracaso. Y el secreto es una palabra que debe primar para el maestro/a: AMOR
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