miércoles, 19 de diciembre de 2012

De grandes y chicos

EDUCACIÓN/ DIARIO CÓRDOBA
 19/12/2012

"PECAR Y COMERNOS AL PEZ CHICO,
ES LO FÁCIL PERO TAMBIÉN LO MÁS INJUSTO"


En una ocasión llevé una pequeña pecera al aula. Se trataba de un curso de tercer nivel. Por turnos, se encargaban de ella grupos de tres o cuatro niños. Un día, una pequeña alarmada exclamó: ¡maestra, uno de los peces chicos no está! ¿Qué le habrá pasado? Sin darle mayor importancia contesté: se lo habrá comido uno de los grandes.
Se quedó unos instantes pensativa. Después preguntó: si el pez grande se come al pez chico, el último de la fila, ¿a quién se come? A la ligera improvisé una contestación: Pues, los chicos se comerán unos a otros. ¡Ah! -exclamó de nuevo-. Y añadió: ¿Y por qué los grandes no se comen también a los grandes? Comerse a los chicos es de cobardes. ¡Los pobres chicos estarán siempre asustados!
La verdad es que en aquel momento me quedé en silencio pensando en darle mejor respuesta, pero me repetía una y otra vez: los niños no saben razones de "grandes" ni de "chicos", pero, eso sí, saben mucho de justicia.
Y esto no es un cuento inventado al hilo de la actualidad.
En mi obra Bolitas de Anís, editada por Descleé hace años, cuento esta y otras muchas anécdotas vividas y reflexionadas en la que los alumnos/as han resultado ser maestros de grandes y razonables verdades, muchas de las cuales a los adultos nos pueden resultar complejas.
¿Por qué el pez grande no deja en paz al chico? Pregunta que a lo largo de estos años ha sido una constante que me he repetido en cientos de ocasiones.
Y es que se da la paradoja, a veces, de repetir la historia de mi pecera a todos los niveles.
Nunca, pero menos hoy, la distancia entre mayores y pequeños puede ser tal que anulemos con nuestros convencimientos, con nuestras verdades, con nuestras imposiciones, las opiniones de los más "pequeños", de los alumnos/as, en este caso, que pasaron de ser receptivos, sumisos y silenciosos a  ser "informados" desafiantes "pececillos" libres, capaces de "devorarnos", si nos descuidamos.
Sería, yo así, al menos lo creo,  lo justo.







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