sábado, 12 de enero de 2013

Minicuentos Pedagógicos

Tras un amestro/a siempre hay un niño/a que sigue sus pasos


Cierto día un pequeño de siete años llegó muy triste a clase.
-¿Qué te pasa? -le pregunté- Parece que te noto triste.
-Es que mis padres a lo mejor se divorcian. Esta noche los he oído pelearse en la cama.
Al día siguiente, llegó radiante. Se me acercó y dijo:
-Seño, mis padres ya no se divorcian; esta noche los he oído   reírse en la cama.

Los niños/as son siempre testigos fieles hasta de nuestras más ocultas intenciones. Algo que jamás deberíamos olvidar cuantos tratamos con niños/as.

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Me contaba una pequeña de siete años:
-Por las noches, cuando me acuesto, entra en mi habitación un hombre que quiere matarme con una sierra.
Yo le dije:
-Eso es cosa de tu imaginación. Ese hombre sólo está en tu cabeza y...
Antes de terminar, la pequeña me interrumpió:
-Sólo en mi cabeza, no. Está también en mi televisor, y en el de mi abuela, y en el de mi títa, y en el de…
Los fantasmas que habitan en los sueños de nuestros pequeños/as son hijos de una sociedad que necesita del morbo y del terror para sobrevivir. A ello nos hemos acostumbrado y como el pan de cada día lo necesitamos.

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Una niña de cuarto nivel, me dijo un día:
-Mi madre se ha operado de trompas, pero la nariz la tiene igual que siempre. Mi vecina dice que ya no va a tener más niños. ¡A lo mejor -exclamó pensativa-, le han metido un tubo por la nariz y le han sacado los niños de la barriga.
Yo me sonreí, pensando: Algún día tendré que explicárselo .
Y ella, mirándome, añadió:
-Cuando se lo dije a mi padre, hizo igualito que tú: reírse.
En aquel instante dejé de sonreír y se lo expliqué.

Jamás deberíamos permitir que nuestros alumnos/as deformen la realidad por culpa de nuestro torpe e ingenuo recato acerca de la sexualidad. Siempre será mejor adelantarse que dejarlos crecer en mentiras y aberraciones


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