sábado, 16 de agosto de 2014

Ser maestro/a


Mi pobre Julián, en lugar de cartera, arrastraba siempre un viejo morralillo rebosante de papeles. A pesar de mis muchas estrategias, Julián  estaba siempre desmotivado y ausente.
Un día, lo sorprendí eclipsado en la suntuosa exposición de material que un compañero hacía ante los demás y que incluía bocadillo, trompo y algunas pesetillas. Al día siguiente, le regalé una bonita cartera con materiales para clase, incluyendo -¡cómo no!- bocadillo, trompo y unas pesetas.
Abriendo mucho los ojos, exclamó: ¡Qué guay!
Y empezó a trabajar.

Contenta, me dije:
Verdaderamente, el amor es la mejor estrategia, pero precisa la atención la ternura propias de una celosa madre que sabe en cada momento por qué “llora” su pequeño.

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