sábado, 13 de septiembre de 2014

Empieza el curso


Una escuela de rutinas es una escuela sin futuro


Siempre fue para mí, el comienzo de curso, un gran día, y lo sigue siendo porque el magisterio es como un sacramento: imprime carácter y se es o no se es para siempre.
Así que me traslado a todos y cada uno de aquellos Centros donde ejercí, más que de maestra, de aprendiz y dónde con los brazos abiertos recibía a mis siempre queridos alumnos/as.
Allí estoy y allí seguiré siempre con ganas, más de aprender que de enseñar, con proyectos nuevos, creativos, individuales, ilusionantes… Recuerdo un curso que recibí a mis alumnos/as con un montón de cajas grandes encima de la mesa. Con esas maravillosas caras ilusionadas de los niños, cuando algo les provoca curiosidad, me preguntaron: ¿para qué son estas cajas? ¡Ah! -les contesté-. Ya os lo diré pero será algo muy divertido.
Y aquella primera semana se les notaba el interés, las ganas de saber el destino final de las cajas, pero antes de darle mi versión, les propuse que opinaran para que podían servir.
En fin, una primera semana de relax, conocimiento y convivencia en ambiente distendido, familiar y cercano.
¿El destino de las cajas?  Creo haberlo comentado ya aquí en alguna ocasión: los buzones de la clase. 
Les dije: cada caja la vamos a convertir en un bonito buzón en el que podréis ir depositando escritos que bien hagáis aquí o traigáis de vuestra casa. Uno será el buzón de la poesía; otro, el de los cuentos; otro el de las cartas… Un niño dijo: ¿podemos poner uno para los chistes? Por supuesto –les dije-. Y así, decorados previamente y rotulados quedaron instalados en rincones de la clase. Cada tiempo se abría uno y se leía y corregía en común.
En fin, una estrategia creativa pero insuperable para la lecto-escrritura, socialización, comunicación y un larguísimo etc de objetivos,
Sí, la escuela hay que crearla cada día: una escuela de rutinas es una escuela sin futuro.

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