domingo, 8 de octubre de 2017

Bolitas de Anís

Un   brevísimo relato de mi obra Bolitas de Anís. ¿Que el por  qué  de ese nombre? Muy sencillo: en esta obra cuento de forma minúscula  grades experiencias vividas con mis alumnos. En una de ellas cuento cómo un niño, pobre de todo y con algo de minusvalía psíquica, aprendió a leer  a base de bolitas de anís que llevaba yo siempre en el bolso, Un día las vio y me dijo: dame una. Se la di, y yo  le  dije: tengo muchas y cada día que leas, te doy una.  
A partir de aquel día, era el primero en llegar a mi mesa con la cartilla, leer y recibir su  bien ganada bolita de anís.
 Cuando esta obra  fue a editarla Desclée, me propuso este título: Bolitas de Anís.
Y, bueno, una vez que conocéis el por qué paso a mi relato de hoy.

Un día en el juego de seguir los pasos, iba yo a la cabeza y los alumnos, agarrados unos a otros, me seguían repitiendo paso a paso. De pronto, una pequeña voceó: maestra, Mari Carmen se ha salido de la fila. 
Me detuve, volví la cabeza y, efectivamente, aquella niña, fuera de la  fila hacía piruetas, medio bailaba y daba sus propios pasos.
Me dije: ¡qué gran lección” No volveré  jamás  a este absurdo juego de seguir los pasos. Mejor será que propicie los personales, los valores y los aplauda.


Y eso nos lleva, amigos, a reflexionar cuántas veces, sin iniciativa propia, tratamos de seguir los pasos de los demás sin aportar nada más que una mala fotocopia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario