Miércoles 2 de octubre de 2019
Hola, amigos: Hoy tenemos la columna de Educación y creo
que es importante que no la dejemos pasar sin leer y comentar, si queréis.
Recordemos la frase de Nelson Mandela: La educación es el arma más poderosa que
podemos usar, si queremos cambiar el mundo.
DIARIO CÓDOBA / EDUCACIÓN
ISABEL AÜERA
¿QUÉ NECESITA UN NIÑO?
Un nuevo curso que debe estar, ¡cómo no!, abierto a la
ilusión y esperanza. También yo quiero colaborar a que así
sea, sencillamente dejándome llevar siempre, ante todo, por mi amor al
magisterio y a los niños. De ahí que este año, quiero que ellos sean los
protagonistas que brillen en esta humilde columna.
Decía mi padre, y lo he podido corroborar, que
todo lo que precisa un alumno para aprender cabe en la palma de una mano.
Efectivamente, hubo un tiempo en el que los alumnos, al menos los de la Escuela
Pública, asistían a clase, cuando podían y con las manos en los bolsillos, si
los tenían. Ni mucho menos quiero decir que esta situación sea deseable ni
reivindicable. Atrás quedaron aquellas grandes penurias y habíamos, al fin,
aterrizado, en tierra abonada donde era posible crecer y aprender con medios
que favorecían y estimulaban tanto a profesores como alumnos.
No obstante, desde mi punto de vista, nos hemos
excedido en medios complementarios como es el tema del material escolar.
Grandes listas que pasan por las más variopintas obligaciones para los alumnos
y que los padres aceptan sin dejar de expresar su malestar por el gasto añadido
que a otras muchas necesidades se suma. En definitiva, la vuelta al cole supone
un golpe a la economía casera. Muchas veces he repetido, porque así lo creo,
que donde hay un maestro y un alumno, hay una escuela. Todo lo demás puede resultar
miel sobre hojuelas, pero lo fundamental y necesario no consiste en tener más o
menos cuadernillos, cajas, rotulares, etc. sino en entender que los niños son
como vasijas que esperan, que necesitan, ante todo, ir llenándose con el grifo de nuestra enseñanza, educación y
sobre todo con el agua fresca y limpia de nuestra verdadera vocación, capaz de
sacar de la nada, competencias, motivación, alegría... .
No los dejemos escapar con las manos vacías de lo
que verdaderamente necesitan y una mochila cargada de naderías.
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