DIARIO CÓRDOBA
El milagro es lo que importa. El santo, tres familias que muy cerca de mí comían el pasado sábado en una terraza y a las que aquel día aplaudí en silencio y hoy quiero hacerlo públicamente, dedicándole esta carta.
Y mi expectación, que sin perder paso observaba el trajinar de los niños, se subió por las nubes esperando ver cómo reaccionaban aquellos padres. Ese dinero no es vuestro –les explicaron-. Perteneces a alguien que se busca la vida con esas maquinitas. Así que vais a la barra y lo entregáis.
Los pequeños, todos, hasta el de cuatro años, desfilaron, y yo creo que con gozosa responsabilidad, a depositar sus preciadas monedas en manos del dueño del bar. Sinceramente me sentí feliz.
Sí, queridos padres: así se educa. Tened la seguridad de que a esos niños les caló tan hondo aquella sencilla lección que jamás protagonizarán robo ni corrupción alguna. Desde mi mesa, las reflexiones me comían y en ellas, más que ninguna, la maravillosa tarea que puede ser educar, dialogando, razonando, conociendo el camino recto a seguir en cada ocasión, y las ocasiones, a lo largo de los días, son muchas. Hay, no obstante, que estar muy atentos y no dejar pasar momentos únicos e irrepetibles. Momentos cruciales donde el ejemplo, la honradez, la justicia, la responsabilidad, etc. se hagan destacar, sencillamente, porque el hombre capaz de hacer fácil lo difícil es educador. Y aquellos padres lo fueron.
Por ello, si llegan a leer esta carta, quiero que sepan que los felicito y que ojala muchos padres caigan en la cuenta de que así, sólo así, se educa.
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