Queridos compañeros/as: En el blog dedicado a mis
nietos: - http://isabelaguerablogpotcom.blogspot.com.es/- les dedico una cartita referida a la vuelta al cole tras la feria o cualquier otra vacación, dado que uno de ellos se quejaba y repetía: ¡mañana otra vez el rollo del cole!
Por si acaso, son palabras que hacemos nuestras cada día, cada lunes o tras cada fiesta, cuando retomamos la rutina de los días, pensé que os podía gustar lo que le contesté a mi nieto, se puede contestar a cualquier alumno que repita frase parecida o podemos contestarnos nosotros mismos cuando, de bajón, pensamos que todo nos provoca hastío, cansancio... Con mi cariño de siempre.
La rutina es como la noria gigante.
No cesa de dar vueltas y más vueltas iguales siempre
pero siempre nos deja ver alturas, horizontes...,
si somos capaces de mirar y ver.
¡Ea, pues ya se acabó la feria, mis queridos y preciosos nietos y nietas! ¡Y anda que no lo habéis pasado bien! ¡Hasta en la noria gigante os habéis subido los mayores!
Bueno, pues, se acabó la feria y hoy toca cole de nuevo, tareas y las cosillas de cada día.... A eso los mayores le llamamos rutina y hay quién se refiere a ella como lo peor de la vida. No obstante, a medida que vamos cumpliendo años, lo que más deseamos es que esa rutina siga y siga.
Es decir, valoramos cada vez más las pequeñas cosas de cada día: Por ejemplo, y no os riáis, a mí me produce una gran alegría, por la que doy graicas a Dios, el coger la llave a las seis de la mañana, abrir la puerta del piso y bajar a tomar un café en Tamicos, que bien sabéis lo cerquita que me queda, y ver pasar el primer autobús de la mañana, y el mirar al cielo y ver cómo va llegando la luz del día y, en fin, un montón de pequeñas rutinas que son la vida y que, como la noria de la feria, da vueltas y vueltas, siempre iguales, pero siempre dejando ver los lejanos horizontes.
Esta mañana bien temprano, cuando empezaba a despuntar el sol, salí a la terraza y le hice esa foto a lo que todavía queda de feria: la gran noria. Puede que dentro de un rato la hayan desmontado ya y no vuelva a verla hasta el año que viene si Dios quiere, pero la foto sí que se me queda para siempre en el álbum gordo, gordo de mis momentos felices.
Y lo último: acostumbraos a guardar, a coleccionar momentos para que, cuando pase el tiempo y miréis hacia atrás, os encontréis con el índice de todo lo vivido con ilusión, con amor, con ganas, aunque sea la rutina de cargar la cartera y coger el camino del cole. Os quiero mucho.
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