martes, 10 de diciembre de 2013

Mis reformas Educativas

DIARIO CÓDOBA/ EDUCACIÓN

Mis reformas educativas

 11/12/2013
Con bastante frecuencia mi Avenida se torna delirante maratón. La algarabía que conlleva el evento me saca inexorablemente a la terraza: miro y reflexiono. 
En estos días, los niños se enfrentan a las calificaciones del primer trimestre de curso, que bien pueden ser de aprobado para arriba o de suspenso para abajo. Y se repiten las escenas: familiares aplaudiendo, celebrando o, por el contrario, castigando y exigiendo. Desde mi punto de vista, no podemos olvidarnos ni padres, ni mucho menos profesorado en general, de algo primordial: el resultado del dichoso examen final no puede, ni debe, ser definitivo, ya que si hemos llevado a cabo una evaluación continua, no podemos tirar por la borda el supuesto esfuerzo y capacidad de cada uno de los alumnos a lo largo del trimestre. 
Mis reformas educativas, siempre soñadas, pasarían por una atención totalmente individualizada para evitar el éxito de unos a costa del fracaso de otros, o lo que es igual, premiar al primero de la carrera y olvidarnos del esfuerzo del pelotón. ¡Qué mal se entendió y que bien estaba lo de "progresa adecuadamente"! Sí, porque venía a decir que tantos los de la cabeza  como los de la cola  progresaban o no de acuerdo con sus facultades y esfuerzos. También dedicaría los dos primeros cursos, solo y casi exclusivamente, al Lenguaje: expresión oral, lectura comprensiva, expresión escrita -ortografía, resúmenes,  redacción, etc-. 
Me resulta una auténtica barbaridad cargar a niños de seis años con una mochila de textos cuando ni saben leer, ni comprender, ni nada d nada. Para todo, especialmente para las matemáticas, los alumnos precisan comprender y razonar lo que se les explica. ¿Qué problema puede resolver un alumno que no comprende lo que lee?
Por supuesto, haría flexibles los horarios: ¿Dónde 
va un alumno de tres años, con los ojos medio cerrados, desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde?  Total y radicalmente quitaría las dichosas tareas ya que, por un lado, son los padres los encargados de explicar, ayudar, etc. y, por otro, ¿cuándo juegan los niños? ¿Y el inglés?  ¡Qué mal lo pasan los padres sin saber una palabra y teniendo que ayudar a sus pequeños!¡
Uf, cuántas reformas hacen falta de verdad!

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