Hoy, más que nunca, debemos ser, escuela y familia, ámbitos de felicidad donde los niños aprendan, sobre todo,a vivir y ser felices.
Esta semana, amigos y compañeros comenzamos con el
Suplemento de Educación 2016/2017, suplemento en el que estoy colaborando desde
el primer día de su creación, hace 31 año, Personalmente pienso que es mi gran
obra y me siento satisfecha porque tras atravesar muchas y grandes dificultades, no creo haber
faltado nunca a mi cita con la educación, ni faltaré mientras pueda. Es un
honor, aunque nada cambie, nada importen mis palabras.
Hoy, un nuevo curso escolar me despierta
ilusiones, inquietudes y deseos de seguir trabajando, desde este aula de mi
ordenador.
DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
COMENZAMOS CURSO ESCOLAR
Un nuevo curso escolar empieza en Córdoba.
Las puertas de los centros escolares ya están abiertas y los alumnos caminan, mochila
a cuestas, con gana o desgana pero con grandes expectativas acerca de las
novedades que les esperan.
Este día, no puedo evitarlo, cada año,
desde que me jubilé, me uno virtualmente al coro de profesores que también, con
más o menos ilusión, se dirigen a sus respectivos centros de trabajo. Siempre
fue para mí, este, un gran día y lo sigue siendo. Así que me traslado a todos y
cada uno de aquellos centros donde ejercí, más que de maestra, de aprendiz y
donde con los brazos abiertos recibo a mis siempre queridos alumnos. Allí estoy
y allí seguiré siempre con ganas de conocer caras, con ganas de oler de nuevo a
tiza y material escolar, con ganas de volver a decir: buenos días: soy vuestra
maestra. Me llamo Isabel… Y, tras presentaciones, este primer día de curso y
primer día ya de vieja colaboración en este suplemento, casi mi obligación es
empezar mi lista de repetidas reivindicaciones, que son exponente de un total
inmovilismo en la educación.
Empiezo, pues, por una llamada de nuevo al
urgente y olvidado por todos, menos por los que lo sufren, del calor y frío en
las aulas. En tiempos de penurias todo se soportó, pero hoy día no podemos
consentir que nuestros hijos y maestros, para educar, enseñar, aprender, tengan
que pasar por aquello que los adultos no soportamos ni en nuestras casas. Hubo
un tiempo en el que la vocación lo soportaba todo. Hoy es preciso, y muy
urgente, que antes que nuevas tecnologías, las escuelas estén ‘habitables’, tal
y como están en nuestras casas, y no en un horno o en un congelador. No basta
con un simple ventilador o estufita. Creo que, como mínimo, deben estar como
están todos los despachos de otros centros oficiales. ¿Se arreglará esto alguna
vez para todos?
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