Es muy frecuente
que, al tratar de corregir, calificar o evaluar personas, conflictos, usemos la
técnica que denomina Thomas Gordon “mensajes
del tú” con los cuales acusamos y
provocamos en los alumnos o en nuestros hijos, una reacción defensiva que
impide que podamos ser escuchados.
Por ejemplo, un
maestro, un padre, ante la presencia de unas malas notas, exclama: ¡eres un
desastre y así no vas a ninguna parte! No estudias, no te esfuerzas, etc. Con
estas expresiones le está diciendo al alumno o hijo, pues, eso: que no vale
para nada. Y el destinatario de este
mensaje o contesta cualquier cosa a la defensiva o se queda indiferente pero
con la autoestima por los suelos. Este es pues, el resultado de -mensajes del
tu-.
Por el contrario,
y en el mismo ejemplo de malas notas, un -mensaje del yo- sería decirle, por
ejemplo: bueno, esto lo vas a superar, porque eres capaz y con un poco de
esfuerzo lo conseguirás, etc.
Para mejor entender esta teoría, desconocida, o
poco tenida en cuenta, incluso por pedagogos y que no obstante debería ser
practicada en cualquier ámbito de convivencia, paso a una anécdota al respecto.
Me contaba una
madre que su hijo mayor -15 años- se negaba a todo tipo de deportes y que, por
más propuestas que le hacía y por más que le
hablaba de los beneficios que le podía reportar, no quería ni oír hablar
de ellos. Y añadía con toda naturalidad: ¡y
con razón no le gusta! Cuando era todavía un niño, lo quietaron del equipo de
fútbol del colegio! Decía el maestro que era muy malo jugando y con él y con
otros formó otro equipo que le llamaba de los malos
Era evidente que
aquel maestro lo había saturado de “mensajes del tu”: No sirves para jugar. Qué mal lo haces. Sal del equipo, etc.
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