martes, 17 de enero de 2017

La tarea del maestro

 Compañeros y amigos: hoy de nuevo tenemos prensa en tema que  cada  vez me preocupa más porque mi concepto de educación va cambiando con los años, si bien algo permanece inamovible: educar en libertad y creatividad. En el tema de hoy quiero recordar a todos la gran tarea del maestro y, por supuesto de los padres al respecto.

DIARIO CÓRDONA / EDUCACIÓN
Resulta agradable escuchar, y no es muy frecuente, en boca de los políticos prioridades en temas tan necesarios y básicos en nuestra sociedad como Educación y Cultura. Y es que si siempre educar fue una tarea trascendente y ardua, basada ante todo en la instrucción, hoy todo es diferente de cara a una sociedad rica y cambiante. De ahí que educar en estos tiempos sea todo un reto que conlleve una visión globalizadora, creativa y libre tanto del mundo como del individuo.
De gran actualidad me parece esta frase: la educación es la respuesta más grande y plena que pueda darse al hombre, sobre todo en tiempos tan dramáticos como los que atravesamos. Y no sólo porque el futuro dependa de los niños y jóvenes sino sobre todo, porque la tarea del educador, la educación, implica el riesgo de la libertad, que, como pétalos de una rosa,  primero   aflora y después se desvela cada vez más como condición de  la existencia humana y la dignidad de cada ser que hay que respetar, dignificar y encauzar.
Cada niño es un nuevo inicio, es toda la historia de la humanidad que vuelve a empezar. La educación es un descubrimiento continuo de puntos consistentes que permiten afrontar la vida con una esperanza cierta. Educar es introducir en la realidad el significado de las cosas, aun cuando parezcan no tenerlo, significado que no puede ser prolongación del personal sino el que objetivamente se considere como tal.  Educar es decir a los jóvenes que el absurdo no es la definición última de la existencia, que la vida es algo más que una fábula contada por un idiota.

Nada más terminar la 2ª Guerra Mundial, el padre Lyonnet escribía: «Inclinarse sobre el alma de un niño, que podrá ser un santo, o que quizás será infiel a la gracia de Dios, es mucho más apasionante e importante que saber a dónde nos conducirán los conflictos porque de hecho, el destino del mundo está, en última instancia, en las manos de este niño». 
Ánimo compañeros, que nada ni nadie oscurezca la trascendente tarea de educar.

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