DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
Hace unos días, intervino un padre en una tertulia para reivindicar que
los niños no tengan tantas vacaciones porque, entre otras razones - aludía
-, pierden el hábito del trabajo y es
demasiado el tiempo que pasan sin esforzarse. ¡Claro una escucha y no puede
hablar en el momento que lo desea!,
pero... a estas alturas tamaña
barbaridad bien se merece este artículo como remota respuesta para todos
aquello padres que, más o menos, piensan y se pronuncian en la misma dirección.
Para sintetizar apunto reflexiones de un libro del que soy autora,
próximo a estar editado. Referente a la familia se pueden leer cosas como
éstas:
Ser padres es algo más que “sembrar” un hijo y dejadlo crecer a merced de
una despiadada intemperie. Un hijo debe
ser obra maestra. A ella deben dedicar
los padres atención, tiempo, ¡mucho amor!, porque, el olvido, la
indiferencia... son plantas que florecen a orillas de las tumbas. ¡Ni un día
sin tu mejor pincelada! De lo contrario,
para hacerte justicia, se tornarán tu castigo.
Los maestros ayudan, pero ese
cálido recuerdo que debe germinar como antorcha de luz perenne, se enciende, o se apaga para siempre, en la
familia, en el aula maravillosa del
hogar. ... los hijos nacen con una
carpeta de derechos debajo del brazo: derecho a la vida, a la educación,
derecho a un hogar, derecho al amor..
¡Qué tiempo tan feliz viven los padres cuando todos duermen a la misma
hora, cuando todos comen en la misma mesa, cuando los hijos sólo son juego e
irreparable despertar a la vida!
Los niños, para ser alguien, necesitan testigos, y los
padres deberían serlo y estar a la
mano para favorecer sus exigencias
psico-evolutivas
Los niños pueden ser goma blanda o roca
cáustica. Depende del ambiente
que le creemos. Ellos crecen en nosotros y con nosotros.
Buen tiempo el de vacaciones para estar cerca de ellos, vivirlos,
escucharlos... La infancia, ¡qué bella es pero que pronto pasa!
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