Esto era una mariposa que volaba feliz de flor en flor.
Una mañana iba cantando tan contenta que no vío una gran piedra. Tropezó con ella y se rompió un ala.
La mariposa lloraba y repetía:
-¡Me voy a morir! ¡Socorro! Si no vuelo, me comerá algún bicho.
Así de triste estaba cuando llegó un pajarito.
-¿Por qué lloras, mariposa, hermosa? -le preguntó.
-No ves lo que me ha pasado: No puedo volar. ¿Me quieres ayudar tú?
-¡Claro que sí! Voy por mi botiquín
El pajarito regresó rápido con el botiquín y le pegó, con tiritas, el ala rota.
Y gracias al pajarito, la mariposa volvió a volar cantando:
Pajarito, pío, pio,
pajarito, pío, pa.
Te doy las gracias
Por ayudarme a volar.
FIN
EL FANTASMA QUE SÓLO QUERÍA JUGAR
Pero, cavez que salía del castillo para buscar amigos, los niños y niñas corrían de él gritando: ¡El fantasma nos coge! ¡El fantasma nos lleva!
Un día, una niña, que era muy valiente, dijo:
-¡Yo no le tengo miego al fantasma!
Y se fue en su búsqueda y, cuando lo encontró, le dijo:
-¿Jugamos, fantasma?
-¡Sí! -contestó muy alegre el fantasma-. Eso es lo qu equiero: jugar mucho.
Y la niña y el fantasma se hicieron amigos y los dos se lo pasaban muy bien jugando
Y este cuento se acabó,
el que quiera más,
que busque a ver si encuentra
dentro de su corral.
FIN
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