miércoles, 29 de febrero de 2012

Escribiendo Diario




Queridos compañeros/as: Sinceramente, y sin la más mínima presunción, os confieso que en el aula con mis alumnos/as, lo he intentado todo para motivarlos a ser creativos, a pensar, a saber expresarse, etc.

En mi obra “Diario de Cuarenta Alumnos”, termino con una reflexión en la que confieso que hasta no haber leído estos diarios, no he empezado a conocer a los niños/as, en general, ya que todos expresan sentimientos muy similares y dignos de conocer porque amplían y enriquecen de manera sorprendente la maravilla que son.

Hoy, por variar, transcribo algunos de sus textos, los cuales leí con su autorización y publiqué sin nombre alguno. Solo unas letras de identificación para mí.

Espero que os gusten.



Tengo mucha pena por mi abuelo. Se le ha muerto un hermano que tenía en Burgos. Esta mañana mi abuelo se ha ido al entierro con un poco de dinero en la cartera.

A mí me ha dado mucha lástima porque mi abuelo ha llorado y ha dicho:

-¡Qué pena de mi hermano!

Yo creo que él se va a morir también pronto y tiene muy poco dinero después de trabajar toda la vida en una fábrica. M.S

..........................................................

Esta tarde, yo y mis amigos estábamos sentados frente a la casa vieja. De pronto, un niño dijo:

-¡Mirad, mirad, lo que se ve en la ventana de la casa vieja!

Cuando miramos vimos una cara con sangre. Entonces salimos corriendo y, cuando al rato volvimos, había desaparecido.

Un nene de mi clase dice que son tonterías pero, otro que ha entrado, ha visto muchos misterios que me los va a contar A mí me gusta el miedo, aunque me asuste. P. T.
..........................................................

Querido Diario: Voy a contarte una cosa que no he podido olvidar. Yo vi a la mujer de la casa vieja, cuando se la llevaron. Tenía mucha sangre por todo el cuerpo. No quería irse y chillaba:

-¡Mi casa, mi casa..!

Unos hombres la metieron en un coche. Ella miraba para arriba y se despedía de su casa. Decía:

-¡Pobrecita mía..!

Nadie sabe qué le pasó. Una mujer contaba que vivía sola y se caía por las escaleras.
A esa mujer no la olvidaré nunca. R.O.
..........................................................

Amigo diario: Voy a escribir en ti. En hojas pasadas ya te conté lo que sufrí viendo morir a mi perro. Por más que quiero no puedo olvidarlo. Por eso hoy vuelvo a hablarte de lo mismo.

Era la primera vez que veía morir a un ser vivo que no fuera una planta seca y me gustaría no haberlo visto ni tenerlo que ver jamás.

¡Era un perro tan cariñoso! ¡Era tan bueno! ¡Me quería tanto! Y aunque fuera feo, me quería tanto... Estaba vivo, y corría, y ladraba, y comía, y jugaba, y... Después, nada. Allí tendido, muerto... Mi padre lo líó en periódicos y se lo llevó para enterrarlo en la parcela.

Cada vez que subo, le llevo flores del campo y se las pongo sobre el montón de tierra que es su tumba. Me creo que él se entera de que estoy allí y lo sigo queriendo. ¿Me encontraré en la otra vida con él? Mi padre dice que no hay más vida que ésta.

Yo, cuando lo vi malo, creí que se podía salvar. No fue posible y se murió.

Por si acaso, todas las noches rezo por él y le pido a los ángeles que juegue con ese perrito. F.L.
........................................................

Buenas noches, diario: Hoy voy a contarte lo que he visto en Rute.

Como es domingo, he ido con mi familia de viaje al pueblo de mi madre que es Rute, y allí, en el campo, había unos gitanos muy pobres que me miraban.

Yo también los miraba a ellos. Me daban pena por los sucios que estaban y por lo pobres que eran.

Ahora siento una cosa rara dentro de mí: ¿por qué me mirarían los gitanos?

Seguro que era por mi vestido nuevo que es muy moderno. Ellos, a lo mejor, nunca estrenan vestidos. ¡Pobrecillos! N.O.
..........................................................

 
Tengo un problema muy gordo y de mucha importancia para mí. Por las noches, cuando me acuesto y me quedo solo y a oscuras, veo que empieza a entrar gente en mi habitación. Todos se van sentando alrededor de mi cama y hablan como si fueran en un autobús, y yo parezco invisible, porque nadie se da cuenta de que estoy allí; nadie me ve. Yo los veo a todos y los oigo y también veo a un soldado que está colgado del techo de mi habitación y echa sangre por la boca.

De estas cosas que veo siento mucho miedo y no puedo dormir. Me tapo la cabeza y me echo a sudar hasta que me pongo chorreando.

Si se enterara mi padre, me echaría la bronca por miedica, y si se enterara mi madre, me diría que tengo muchos monos en la cabeza.

Por eso sólo puedo escribirlo en mi Diario como si se lo contara a un amigo. M.A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario