De mi obra, Recetas Pedagógicas
Mi querido Sergio, ¡cuánto te quise y cuánto te recuerdo! Te fuiste muy pronto.
Espérame allí pata que sigamos aprendiendo y creando
(Sergio es el alumno que está justo detrás y en medio)
Un año, me llegó una
pequeña que por tercera vez repetía curso.
-No me gusta la
escuela -dijo-.Yo lo que quiero es ser peluquera, pero como mi madre no quiere
que la peine...
-¿Me quieres peinar a
mí? -le pregunté.
-¿Tú sí quieres? ¿Y si
te doy tirones? ¿Y si no sé?
Desde aquel día, cada
tarde, cuando los demás alumnos/as salían de clase, yo me prestaba a ser objeto
de su mayor ilusión; peinar. Y sus manitas suaves se deslizaban por mis
cabellos en una increíble ternura, mientras, por primera vez deletreaba
palabras de la cartilla.
Y sucedió que, en poco
tiempo, aprendió a leer y que todos, niños y niñas, comenzaron a tener vocación
de peluqueros y peluqueras.
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Siempre me ha gustado
ir a la escuela bien arreglada. Es más que, cuando he tenido algo nuevo, mi
estreno ha sido en la escuela, porque, ¿quién me iba a mirar y hasta observar
con más detenimiento que mis alumnos/as? Jamás, fui, pues, maestra de bata
blanca, con respeto, por supuesto, a quienes la usen.
Un día, me compré unos
zapatos plateados. Aquella mañana llevaba bien preparada mi lección de
Matemáticas que versaba sobre decimales. En la pizarra, me esforzaba por
hacerle comprender con ejemplos, con toda clase de estrategias el tema que
siempre resulta complicado para los alumnos, pero percibía que nadie me
atendía, que los alumnos/as estaban como distraídos. Solté la tiza y pregunté:
¿Se puede saber qué os pasa que no miráis con atención a la pizarra? Casi a una
contestaron: ¡Qué zapatos más bonitos trae esta mañana!
En ese momento cambié
mi lección: ¿Queréis saber cuánto me han costado? ¿Queréis que estudiemos
materiales de zapatos, etc.? En definitiva, mis zapatos llegaron más lejos que
todas mis lecciones porque no se trataba de "mi tema" sino de sus
intereses y por ellos llegué a dónde me proponía.
Y me dije: tras tanto
esfuerzo, lo único que he enseñado, que me ha servido han sido mis zapatos.
Luego tendré que cambiar de estrategias y hacer que los “decimales” brillen
tanto e interesen tanto como mis zapatos.
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