Para saber hablar es preciso saber escuchar. Plutarco.
DIARIO CÓDOBA/ EDUCACIÓN
E. ORAL EN EL AULA
Hace años logré el premio de Experiencias
Santillana con una experiencia llevada a cabo en el aula con alumnos de quinto
nivel. El título fue cosa de ellos: Soltemos la Lengua. Se trataba de un
simulacro de televisión desde el cual
hablaban, presentaban, recitaban, entrevistaban, etc. Por mi parte el
objetivo, casi obsesión de toda la vida,
lograr que los alumnos aprendieran a
hablar delante de los demás, algo que se olvida con frecuencia ya que su
práctica no parece ser muy ortodoxa
cuando lo que se propicia, lo deseable es que los alumnos estén en silencio.
La palabra –Ana M. Matute- es lo más bello que se ha creado, es lo más
importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos
salva. También yo lo creo así y máxime en estos tiempos en los
que la imagen va sellando palabras, mostrándonos la rentabilidad de mirar sin mayor esfuerzo. Hablamos, sí,
decimos cosas, sí, pero hablamos en el
ruido, hablamos cuando no debemos, hablamos sin escuchar y menos aún entender lo que se dice, sino quién lo dice. Así llegamos a la mayoría
de edad sin saber hablar o mejor dicho, sin ser capaces de pronunciar dos
palabras delante de un exiguo grupo de
personas y resulta, o al menos a mí me lo parece, lamentable el
espectáculo de un evento dónde el protagonista, incluso para pronunciar dos palabras, tiene que sacar un
papel y leer, pero ni eso es suficiente porque hay que saber dar entonación,
hacer pausas, mirar al público, levantar la voz, etc.
La
palabra expresa el pensamiento y el sentimiento de los seres humanos. De hecho, la palabra nos
hace diferentes del resto de los seres que habitamos el planeta.
Enseñemos a
nuestros alumnos a hablar porque hoy más
que nunca esta competencia es imprescindible para desarrollarse en cualquier
campo laboral y social. Por eso una vez más reivindico el valor de la palabra hablada.
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