lunes, 14 de diciembre de 2015

Cuentos de Navidad I

Amigos y compañeros: voy a volver al repertorio de mis Cuentos de Navidad, todos publicados en mis obras y tal vez aquí, pero es bueno recordar a nuestros niños lo que más debe importarnos en estos días y transmitirlo  con la lectura de cuentos: solidaridad y amor

ILEGALES Y NAVIDAD
Aconteció en estos días que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su país de origen. Un matrimonio de extranjeros, José y María, que estaba en avanzado estado de gestación, llegados en patera, buscaban trabajo en España, pero no encontraban nada porque la gente nada más verlos, repetían: no, no tenemos nada. Volved a vuestra tierra y dejar de andar robando y pidiendo.  

Así caminaban sin rumbo en la noche José y María. Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras de una gran ciudad. Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de un veinticuatro de diciembre del año dos mil quince. Abrazados, y sin saber dónde refugiarse, retomaron el camino. Repentinamente se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que María presentaba síntomas de eminente alumbramiento. José, divisó a lo lejos los arcos de un centenario puentecillo. ¡Allí, María –exclamó-, allí podrá nacer nuestro hijo! Buscaré pasto, buscaré leños, encenderé el fuego y esperaremos a nuestro hijo. 

Y José, extendió el pasto, lo cubrió con su vieja chaqueta y el niño nació. María, lo recubrió con su propia ropa y lo recostó en el cálido montón de pacto, junto al fuego preparado por José. 
Aquella madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno, los encontraron y compadecidos le ofrecieron lo poco que llevaban: se despojaron de algunas de sus ropas, les dieron parte de sus bocadillos y prometieron dar cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen. 
También un grupo de chicos jóvenes que salían de una discoteca, se detuvieron al verlos y cantaron y bailaron para acompañarlos:

¡Ande, ande, ande este chiquitín

que no tiene cuna y ha nacido aquí
!
No llores, mi niño. 
Vamos a cantar, vamos a bailar

                                          que hoy es noche buena y mañana Navidad.  

Al día siguiente, se personaron en el lugar tres mujeres provistas de todo lo necesario para atender al niño y darles cobijo durante el tiempo preciso para que retomaran camino a su país. 
A coro aquellas mujeres repitieron:  

La patria no es propiedad heredada con papeles, 
sino cielo, dicha y dolor de todos.


Y esta felicitación no es, como se nota en mis nietos, sobre todo, de este año, pero iré poniendo las sucesivas porque ellos son los protagonistas de estas fiestas. Hagámoslos felices.

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