martes, 26 de abril de 2016

TREINTA AÑOS EN EDUCACIÓN



Para empezar, mi más sincera felicitación a este periódico, cuyos directores, a lo largo de estos treinta años, han sido conscientes de la importancia y trascendencia social de la educación y de su compleja problemática, manteniendo en prensa semanal, páginas que me consta han llegado lejos sirviendo de norte, tanto en temas de actualidad como en todo aquello concerniente a la educación, y de interés para maestros y familias. Mi enhorabuena a Carmen Aumente, coordinadora de este suplemento, por su entrega, tesón y afinidad absoluta con el magisterio.También yo me felicito por mis ininterrumpidas colaboraciones desde el primer día que nació este suplemento. Treinta años son muchos días y muchas y variopintas las circunstancias, las noticias por las que la educación ha sido motivo de actualidad, opiniones y polémicas.
No obstante, páginas como éstas son una constante reivindicación, una puesta al día, una persistente llamada a los interlocutores educativos para que activen alarmas y no se dejen arrastrar por ese agente educativo en que se ha convertido la sociedad, agente que tanto puede deformar a los individuos, dado que sus mensajes, por todos los medios, exhortan a disfrutar, día a día, el tiempo que se nos ha brindado y gozar al máximo los placeres de la vida dejando a un lado el incierto futuro. Pero el cometido de la educación es precisamente preparar al individuo para que, desarrollando el pensamiento divergente, competencias y valores, sea realmente persona, germen capaz de aportar soluciones, de enfrentarse a los grandes retos de un mundo globalizado que no es el mismo desde que las nuevas tecnologías nos pusieron en la mano medios de comunicación e información. En palabras de Emmanuel Kant los niños deben ser educados no para el presente, sino para una condición futura, posiblemente mejorada, de manera que se adapte a la idea de humanidad y al destino de hombre.
De ahí que la educación hoy en día debe ser otra cosa que nada tenga que ver con lo que se venía haciendo, y en mucho se hace en las aulas de nuestro país. Y es ahí donde radica el gran problema. Varios han sido los sistemas educativos impuestos en estos treinta años, pero seguimos, prácticamente, inamovibles en cuanto a métodos, organización, programas, etc. y todo aquello que directamente afecta al alumnado. Es cierto que han mejorado, en mucho, los centros escolares, los medios con los que cuentan profesores y alumnos, pero la esencia de la educación no radica precisamente en edificios y medios sino en métodos, sistemas cercanos y acordes con la realidad, así como en valoración y atención a la dignidad de los maestros que en tantas ocasiones sufren humillaciones, impotencias y grandes depresiones.

Tuve, y tengo un sueño-dije el  día que se me otorgó la Medalla de Andalucía a   la Educación: que Andalucía sea escenario de hombres y mujeres libres, capacitados, responsables, cultos, con gran energía interior capaces de plantearse un proyecto de vida y llevarlo a cabo a pesar de los obstáculos y de las dificultades. Una vez más reivindico, una vez más sigo soñando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario