Paréntesis
hoy a nuestro "viaje" al pasado para subirnos al tren del presente, a
este nuevo día de miércoles en el que nos toca construir el futuro de mañana.
Día de
nubes, soledades Y dolores,, tal vez, buenas o malas noticias, pero un día,
unos minutos para levantar la vista y ver al hermano que, de una manera o de
otra, llama a nuestra puerta. Mi artículo de hoy, por si os apetece leerlo. Un
abrazo que os llegue y sintáis todos
DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
No hay día que pase sin que oigamos por aquí y por allá los problemas que
para todos, pero especialmente para los padres, tiene el uso continuo de
teléfonos móviles por los hijos: vista, columna, cabeza, etc., pero, sobre
todo, la adicción al móvil predispone a una gran falta de atención,
concentración para el estudio e incluso trabajo y así mismo para las relaciones
sociales y cotidianas con el entorno, transformando la vida de los que así
actúan en auténticos autistas.
Es decir, el teléfono móvil se está apartando de su función original, la de
comunicar por voz o texto mensajes necesarios que a modo telegráfico llegan a
su destinatario. El ordenador, el video, el televisor... son
"maquinas" nacidas para ganar tiempo, pero han pasado, como dice
Galeano, a apoderarse del tiempo y, adueñarse de algo dándole un uso indebido,
como bien sabemos, se puede considerar fraude.
Más allá del móvil, les decía en una charla a jóvenes ya mayores, hay vida.
No todo se encierra en la pantalla de nuestro móvil en la creencia de que
llevamos a cuestas lo mejor de la existencia. No, más allá del móvil hay un
mundo globalizado en el que millones de seres humanos sufren toda clase de
vejaciones, pobreza, enfermedades, injusticias, guerras, etc., millones de
seres humanos que solo pueden ver un cielo negro de esperanzas. Más allá del
móvil hay futuro por el que trabajar hoy, en el que hay que prestar ayuda, hoy,
en el que hay que sembrar ilusiones, abrir caminos, traer hijos al mundo, hoy.
La vida es tan corta que, en un abrir y cerrar de ojos, se nos va,
dejándonos tan solo la sombra de un absurda existencia con la vista y la atención perdidas en la
corta pantalla de un móvil y sin mover un dedo a favor del mundo que nos rodea. ¿Qué hacíais cuando
no teníais móviles? --me preguntaba mi nieto--. Escribíamos cartas, poníamos
telegramas. íbamos a la central telefónica, hablábamos en plazas, calles casas… Sabíamos siempre, y ahí se encierra una
trayectoria de vida, por quién doblaban o repicaban las campanas. Hoy, ni tan siquiera
se oyen, hoy, solo móviles.
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