lunes, 8 de mayo de 2017

PRIMERAS COMUNIONES

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
Siguiendo en la línea de reivindicar valores, voy a referirme hoy, ya que estamos en el mes de las Primeras Comuniones, a la educación religiosa, valor controvertido que transmitimos a los hijos, expresando y justificando, en una línea o en otra, nuestras decisiones con respecto al tema. 
Yo creo que de forma inconsciente, digamos, todos somos manipuladores en la educación de nuestros hijos. Son muchas les veces que he oído palabras como éstas: mi hijo no hace la Primera Comunión, porque no quiero que lo manipulen, pero, ¿acaso esta opción no es sinónima de manejar, igualmente, los valores y sentimientos de los hijos? 
Efectivamente, tanto en un caso como en otro pensamos, decidimos e imponemos nuestros convencimientos como los más sinceros y convenientes de cara a la formación de nuestros hijos. Por supuesto, no dudo, que lo hacemos como lo mejor para ellos. No obstante, en determinadas cuestiones, ¿no sería preferible esperar a que por si mismos decidieran qué quieren? 
Se precisa un revulsivo que pasara, en primer lugar, por borrar de nuestro calendario festivo, la parafernalia en torno a las Primeras Comuniones. Años, meses de anticipación soñando con este día, y no precisamente por el gran significado que para un católico debe tener, sino en todo lo material: lugar de celebración, invitados, ropas, regalos, etcétera. ¿Somos de verdad o somos «pajaritas de papel»? Cada vez pienso más y entiendo menos, Con todo frivolizamos, transformándolo, por muy sagrado que sea, en diversión, gasto, lujo… 
Y puestos a seguir con la tradición, más que con la fe, muy importante las catequesis, clave en la preparación. Menos tiempo y menos hablar a los niños del infierno y del pecado, y más del amor al prójimo, de solidaridad, etcétera. No tiremos la casa por la ventana; seamos, sí, ejemplo de valores humanos y divinos.

* Maestra y escritora

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