jueves, 2 de junio de 2011

Campañas bien llevadas


EDUCACIÓN / DIARIO CÓRDOBA
ISABEL AG ERA (01/06/2011)

Muchas veces he repetido cómo en mis largos años de trabajo presencial en las aulas he aprendido de los alumnos mucho más de lo que pueda haberles enseñado.
Y eso es así y lo será siempre, si sabemos estar atentos a cuantos mensajes nos están comunicando, tanto con sus palabras como con sus silencios.
Y una vez más, una simple anécdota desata mis reflexiones, que quiero traducir en palabras. Ocho de la tarde. Mis nietos en desbandada asaltan mi piso. De pronto quedan como paralizados y con la vista clavada en un decorativo cenicero donde quedan restos de ceniza y una colilla que, la asistenta, tras apagarla, ha dejado olvidada. Y a coro, la tropa me lanza una fulminante pregunta: ¿Abuela, tú fumas? Sobran explicaciones pero, ante el cenicero, la angustiosa pregunta de mis nietos bien merece una reflexión.
Es evidente que estos niños nacieron, crecieron y se educaron antitabaco. Conocen los peligros que corren los fumadores y detectan, temen el olor de un cigarro. Está claro que las campañas bien llevadas y asumidas por los educadores de forma adecuada, dan excelentes resultados, pero yo hoy me hago una pregunta a la vista del espectáculo que, por ejemplo, esta Semana Santa, presencié en una procesión: Pandillas de chicos, con no más de trece años, literalmente borrachos, algo que se ha convertido en la mejor diversión y en lo más normal del mundo.
Y lo difícil, cuando ya una práctica adquiere la categoría de hábito, es la prohibición, que siempre es el recurso más facilón y más a mano. Para mí, prohibir, en la mayoría de los casos, y la experiencia me avala, equivale a fomentar.
Se precisan, urgen, padres, maestros, instituciones, que, desde los primeros años, eduquen en la cultura de los grandes peligros del alcohol, ya que será muy tarde cuando nos lamentemos y hagamos frente a sus consecuencias, tan graves, o más, como las del tabaco

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