22/1/2014
Trabajo de grupos: ordenado desorden
Coincidieron en su opinión la mayoría de mis alumnos,
tras terminar un proyecto de investigación que estaba concebido, en primer
lugar, para promover el trabajo de grupos: Lo que más nos ha gustado del
trabajo -decían- ha sido conocer las casas de nuestros amigos, conocer a sus
familias, ver sus fotografías y también que, al terminar, aunque nos hemos
peleado muchas veces, somos mejores amigos.
La socialización es el proceso que transforma al
individuo biológico en individuo social por medio de la transmisión y el
aprendizaje de la cultura de su sociedad. Con la socialización el individuo
adquiere las capacidades que le permiten participar como miembro efectivo de
los grupos y de la sociedad global.
Las principales agencias de la socialización son la familia,
la escuela, el grupo de compañeros, el trabajo, los medios de comunicación, y
hoy, con gran fuerza, las nuevas tecnologías. Pero he aquí que los educadores,
por lo general, nos olvidamos por completo de que la educación es, en
definitiva, un hecho social y que, como tal, las relaciones humanas se deben
promover, incitar, activar..., sin tregua posible y mediante las estrategias
que más convengan, dada la edad y circunstancias psico-evolutivas de los
alumnos.
Pero nuestros métodos -justo salvar excepciones-, son estáticos,
están estancados en el inmovilismo, hasta el punto de que, con nuestro
ancestral concepto de la disciplina, obstaculizamos cualquier tipo de relación
espontánea que pueda surgir, y esto lo hacemos en aras a la buena marcha de una
clase que, sin saberlo, estará, posiblemente levantando entre los alumnos
barreras infranqueables, con las cuales irán tropezando, en una absoluta
inadaptación social, el resto de sus vidas.
El hombre
debe hacerse, y en esta importante tarea a la escuela le toca un gran papel,
pero esta maravilla no se logra practicando
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