DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN
04/06/2014
Una pequeña de siete años me decía: por las noches,
cuando me acuesto, entra en mi habitación un robot que quiere matarme con una
sierra. Yo le dije: Eso es cosa de tu imaginación. Ese hombre solo está en tu
cabeza. La pequeña exclamó: ¡no, seño, está también en mi televisor, y en el de
mi abuela, y en el de mi títa...!
Bueno, pues la verdad es que todos, más o
menos, nos estamos convirtiendo en fantasmones, sustentados por alimento
tecnológico que se ha instalado en nuestras vidas y descaradamente fomenta
terror, xenofobia, sexo, incomunicación... Y todos somos cómplices ya que no
podemos sobrevivir sin el móvil, sin la tele, sin el ordenador, etc.
Hace unos días, y precisamente en la tele, vi y escuché
algo que me interesó por ser tema de educación. La verdad es que no tengo
suficiente información, pero lo que vi no me gustó. Se trataba de un corro de
niños pequeños sentados en el suelo y jugando a conocer, acariciar y
relacionarse con un pequeño robot que iba de un niño a otro. Parecían hablar de
una nueva corriente pedagógica: educación robótica.
Repito: no conozco bien el
tema, pero se trata de algo así como de preparar a los alumnos para desempeñar
funciones en una sociedad cada vez más tecnológica. Y está bien que así sea
pero pienso que la tecnología se impone y se aprende casi por sí sola. Basta
ver cómo manejan los más pequeños toda clase de artilugios tecnológicos.
La
educación actual, y precisamente por las tecnologías, ha ido perdiendo la base
humanista que tradicionalmente la había fundamentado. De ahí mi empeño en
seguir reivindicando el humanismo difuminado hasta extremos alarmantes. Y es
preciso recuperarlo para que los alumnos aprendan a conocer,
"acariciar" al ser humano de cualquier condición y de igual forma a cualquier ser vivo.
Los "robots" llegaron y nos invadieron hace tiempo. Así nos va.
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