Una enseñanza reflexiva es aquella que
no sobrevuela "soltando" conceptos acá y allá, sino la que suavemente
se posa en el alma y allí crece, madura
y se multiplica.
Cuando enseñas a tus alumnos/as a
reflexionar, los estás enseñando a vivir, a descubrir, a enjuiciar, a gozar y
sufrir, y, por supuesto, todo lo que
necesitan para su instrucción, porque un hombre, una mujer que reflexiona, sabrá siempre dónde y cómo
encontrar respuestas.
Una buena idea para promover la
reflexión puede ser esta
PÁGINA DE HONOH
Algo muy sencillo pero que las primeras
veces que lo hicimos en clase me quedé perpleja del resultado.
Les expliqué que, cada quince o veinte días, íbamos a
escribir una página que le íbamos a llamar de honor porque en ella iban a escribir de forma muy resumida
aquellas cosas que recordaran como mejor
aprendidas por alguna razón.
Pretendía con esto que reflexionaran en
todo lo que a lo largo de aquellos días
se había tratado en clase, incluyendo todo lo que de alguna manera les hubiera
gustado o impresionado.
Y mi sorpresa fue comprobar que, cuando
yo esperaba alusiones a los temas relacionados con los programas, lo que más
destacaba en la mayoría eran aquellas cosas en las había mediado la emoción.
Por ejemplo, una historia que les conté de un chaval que durmió en mi coche que
estaba abierto. Otra de un gatito que
encontraba por las mañanas temprano debajo de un coche y le llevaba comida y agua, etc.
Por lo que concluí que a todo,
absolutamente a todo lo que tuviera que enseñar, tenía que imprimirle la fuerza
de la emoción, algo que por supuesto, nada tiene que ver con el
sentimentalismo.
Probad, amigos maestros, y conseguiréis
dos cosas: que los alumnos aprendan a reflexionar y qué cosas son las de verdad
llegan a calarle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario