martes, 17 de noviembre de 2015

AL SEÑOR J. ANTONIO MARINA

DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
18/11/2015
Estimado señor Marina: maestra desde que me salieron los dientes y jubilada, hoy, implicada e interesada, no obstante, en los temas educativos, con todo respeto le digo que no salgo de mi asombro con su propuesta en la que literalmente dice: los buenos profesores no pueden cobrar lo mismo que los malos, según su obra, Despertad al diplodocus. 
Tantos años de trabajo en las aulas, tratando de borrar esa injusta clasificación de alumnos buenos y alumnos malos y ahora la encuentro aplicada a los maestros.
Mi convencimiento ha ido siempre en línea de considerar que un alumno más otro, jamás sumarán dos porque no se trata de sumandos de una suma sino de personas con diferente grado de inteligencia, procedencia, ambientes, etc., y por consiguiente, con idéntico esfuerzo, el resultado ha sido siempre variopinto. Y si eso lo aplicamos a los maestros, nunca será igual uno, por ejemplo, que trabaje en una zona marginal o de barrio a otro del centro de una ciudad, y máxime teniendo en cuenta la cantidad de alumnos emigrantes, algunos en pésimas condiciones, que frecuentan la escuela pública.
Cambiar la escuela, sí, pero no a base de multiplicar exámenes, tareas y premiar o castigar al magisterio que ya trabaja más horas y con menos sueldo, teniendo que soportar, exigencias y malos tratos, a veces, por parte de padres y hasta de los mismos alumnos. 
Por otro lado. ¿quién y cómo se evalúa el trabajo de un maestro en su aula?. ¿Se evalúan de igual manera sistemas educativos, capricho más capricho de gobiernos de turno? ¿Se ha detenido a pensar las tensiones y problemas que se pueden originar entre el profesorado?

En mis años de niña tuve un sueño: ser maestra y ver aulas donde los alumnos fueran felices, aprendieran a pensar, a vivir, a ser autónomos, dónde una enseñanza creativa, individualizada y significativa lograra ciudadanos capacitados, libres, para afrontar retos de futuro. 
Un sueño que sigo esperando se haga realidad y que pasa por valorar e incentivar en mucho, el trabajo de los maestros del que nadie parece ser consciente.

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