Compañeros y migos: hoy es un
día gran día para todos los que amamos y trabajamos a favor de la infancia. Hoy
es el Día del Niño.
Os transcribo parte de un artículo de mi obra,
"Mensajes a Padres". Sinceramente, me parece de gran interés para
todos.
Tanto Platón como Aristóteles
escribieron sobre la infancia. Platón sostenía que los niños nacen ya dotados
de habilidades específicas que su educación puede y debe potenciar. Sus puntos
de vista siguen hoy vigentes en la idea de las diferencias individuales ante
una misma educación.
Aristóteles, por su parte, propuso
métodos de observación del comportamiento infantil, que fueron precursores de
los que hoy aplican los investigadores. Durante varios siglos después, apenas
hubo interés por el estudio del niño, al que se veía como un adulto en
miniatura, hasta que en el siglo XVIII el filósofo francés Jean-Jacques
Rousseau se hizo eco de las opiniones de Platón, postulando que los niños
deberían ser libres de expresar sus energías para desarrollar sus
talentos especiales.
Es por ello que es de suma importancia
que el niño sea contemplado en sus primeros años y en el
reducido, pero riquísimo escenario que son los ámbitos por excelencia de
su educación y aprendizaje: hogar y
escuela. Sí, a ese pequeño gran ser humano,
desconocido por los mayores, al que hacemos objeto de nuestras anticuadas
manías sobre la práctica educativa, al
que manipulamos, chantajeamos, al que
tantas veces, sin saberlo, humillamos, al que ignoramos y en el que solemos ver más al adulto que deseamos que
sea que al niño que en realidad es, y al que, siguiendo modas actuales, en
muchas ocasiones, explotamos con total irreverencia a su derecho a vivir en
plenitud la infancia.
Sí, a esos pequeños, hijos,
alumnos, que oyen cosas, dicen cosas...
hay que prestar atención, cariño, comprensión y, ante todo, saber o recordar que la naturaleza dota a los seres humanos de
momentos únicos, de etapas de especial receptividad y capacidad para
determinados aprendizajes.
Pero corren tiempos en los que los
mayores, olvidados del gran valor que es la infancia, pretenden, cuanto antes,
inscribirlos en la maratón de la vida, y exponerlos a correr, a competir, sin importar para nada que la infancia se
convierta para ellos en una mísera
anécdota.
El niño es el gran valor que debemos
custodiar. Hagámoslo conscientes de nuestra gran responsabilidad y de la gran trascendencia que para ellos supone.
La llave del futuro estará siempre en manos de la infancia. ¡Ojala sepamos enseñarle
cómo abrir puertas y no cerrárselas
con los fuertes cerrojos de la marginación y el olvido.
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