sábado, 7 de noviembre de 2015

De interés para todos

Maestro de oro es aquel que, al abandonar el aula, no abandona a los alumnos;  siguen siendo su preocupación, proyecto y responsabilidad. 



Llevo tiempo trabajando en una obra que dedico a mi nieta que estudia magisterio. Trato de que sea sencilla, amena y sobre todo, práctica. De ahí que al hablarle de los métodos, le cuente cómo trataba de ingeniármela en cada caso para buscar métodos creativos. Le cuento, por ejemplo, cómo hice para lograr que los alumnos se interesaran por la prensa, algo que, por lo general, les suele resultar aburrido y cosa de mayores. No obstante es importante que los alumnos aprendan y se interesen por la actualidad, local, provincial, etc.
Para ello hice lo si siguiente. Cada día entraba a clase con el periódico debajo del brazo. Mientras ellos trabajaban, me paseaba por la clase hojeándolo. Los alumnos, parecían ausentes de mis paseos y del periódico, pero cada día al salir, encargaba a uno  que los guardara en el armario. 
Un día, pasadas unas semanas, dije en voz alta: no sé para que guardo los periódicos. Hoy van todos a la papelera… 
Y así lo hice. La papelera se llenó hasta rebosar.  Y los alumnos seguían como si no se enteraran de nada. Pero seguí con mi estrategia: voy  a salir un momento  -les dije-.  Y me ausenté de la clase unos minutos. 
Cuando regresé la papelera estaba vacía. ¿Qué ha pasado? –pregunté- ¡Si la papelera estaba llena de periódicos! Con   sonrisa de complicidad, alguno dijo: lo hemos cogido todos. ¿Cómo? ¿os interesa verlos? ¡Sí! –contestaron a una-, Pues sacadlos que vamos a darles un repasito.
La cara de felicidad era impresionante. A partir de aquel día, y partiendo de la prensa, hicimos infinidad de actividades que aquí sería muy largo de relatar, pero creo que la foto – puede dar idea de cómo un periódico puede motivar tanto y de qué manera.

Un maestro lo inventa todo, lo puede todo, cuando hay amor en su corazón, cuando su cuerpo y su alma están al servicio de la vocación que los condujo al umbral de tantas vidas en flor, cuyos frutos, si bien no le pertenecen, son el dechado de su obra.

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