Conocer a los alumnos es sentirlos muy cerca, atenderlos,
y amarlos porque el futuro de los niños es hoy. No lo dejemos pasar
Quiero seguir hoy
con el tema de la educación porque son tantas y tantas las cosas que habría que
debatir, aprender, conocer, en definitiva: la gran trascendencia del tema,
prioridad que debería ser para padres y maestros.
Hay algo que a cada paso me recuerda comentarios de
madres que con motivo de las recientes
evaluaciones, se pronuncian con opiniones tan variopintas e incluso
disparatadas desde el punto de vista pedagógico y psicológico, tales como las
comparaciones con hermanos, las amenazas, los premios o los castigos, etc. tema
complejo y amplio, pero es evidente el desconocimiento que se tiene acerca de
cuál puede ser el motivo por el que un niño saque, por ejemplo, malas notas, se
porte mal, etc. De ahí que, en mi larga vida de presencia en las aulas y cuando
un alumno, rayando, incluso, un índice
superior de inteligencia, no estudiaba, sacaba malas notas, me preocupaba por
conocerlo al máximo para ver de entender la causa.
En una ocasión, me llegó un
alumno de quinto de EGB que la madre entró al aula de un medio empujón
exclamando: a ver, maestra que hace con este traste que no estudia porque no le
da la gana.
Bueno, lo acogí como a todos con
cariño, pero, a partir de aquel momento me preocupó conocer la causa, si la
había, que justificaran las palabras de la madre que nunca se pueden justificar,
pero era evidente que repetía curso con pésimas calificaciones e informes. A
los dos días, de observar cómo ni abría los libros, cogí unos catálogos de los que dejan en los buzones como propaganda: toma -le dije-, míralos despacio y dime qué te
gustaría tener de todas estas cosas.
Los miró uno por uno y levantando la
mano dijo: ya lo sé, maestra. Mi
sorpresa no pudo ser mayor, porque, cuando yo esperaba que hubiera elegido
juguetes, chucherías, cosas propias de niños, me encontré que de tantas cosas,
lo que deseaba era un dormitorio. Sorprendida le pregunté: ¿y un dormitorio por
qué? Porque tengo tres hermanos pequeños que duermen conmigo y no me dejan
estudiar. Me cogen los libros, me los esconden, se pelean, gritan… Yo quiero
un dormitorio para mí solo y que me dejen tranquilo…
Fue difícil, pero, al fin, tuvo su
dormitorio y todo cambio de forma radical.
No anatemicemos, no califiquemos, no definamos a un niño, sin
previamente preocuparnos de conocerlo.
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