Hoy, Día grande, Dia de Andalucía, emocionada y agradecida, repito las palabras finales de mi discurso el día que tuve el honor de recibir la Medalla de Plata de Andalucía.
Andalucía ha
dado un gran salto, Andalucía camina, sin duda, y camina sin pausas, pero Andalucía somos todos y cada uno, piezas
pequeñísimas, tal vez, de este gigantesco puzzles que es nuestra tierra, que es España, que es el
mundo pero, desde esa pequeñez individual,
somos imprescindibles porque si
bien no podremos cambiar la dirección del viento, sí podremos ajustar nuestras
velas para navegar hacia ese soñado día llamado futuro. Por ello, no olvidemos el pasado pero
seamos, ante todo, padres del porvenir.
Y termino parafraseando a Martín Lutero King
Sí, amigos míos, a pesar de las enormes dificultades,
yo también tuve un sueño, sólo que mi sueño no es de hoy, sino que ha sido, y
lo seguirá siendo, una constante en mis noches y en mis días, un sueño que se
remonta a mi infancia en ese bendito y bello pueblo, Villa del Río.
Sí, tuve un sueño: que los andaluces entendamos que no
importa tanto lo que esperamos que se nos dé como lo que Andalucía espera
quedemos nosotros
Que entendamos que el trabajo, sea cual fuere, debe ir
en la dirección del cambio, sinónimo de progreso…
Sí, tuve, tengo un sueño: que Andalucía, tierra que
tanto amo y por la que ha transcurrido mi vida, sea escenario de hombre y
mujeres libres, capacitados, responsables, cultos, con gran energía interior capaces de plantearse un proyecto de vida y llevarlo acabo
a pesar de los obstáculos y de las dificultades.
Sí, yo tengo un sueño
que se llama esperanza, y como el poeta
digo y termino
No se mantiene
absolutamente nada sino por la infanta
Esperanza,
porque por ella todo
siempre empieza de nuevo.
la esperanza siempre
promete y garantiza todo,
asegura el mañana para hoy,
y esta tarde para el
mañana,
y la vida para la vida
y hasta la eternidad para
el tiempo.
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