Celebramos, hoy un gran
día, el Día de la Educación. Son
ya decenas de años escribiendo sobre educación y siempre dos ingredientes se
aúnan como si fuera la primera vez: ilusión y amor. Hablar del magisterio es
algo tan delicado, tan importante y trascendente que siento como si mis mejores
palabras no sirvieran ni tan siquiera para esbozar los sentimientos que, desde niña, han anidado en lo más
profundo de mi ser sobre esta profesión
que, sin ejercer de maestro, me
transmitió el mejor de los maestros: mi padre.
Ser
maestro de escuela es gozar del privilegio de poder conducir a los alumnos hasta el umbral de sus propias
mentes donde yacen adormecidas las auroras de sus muchas competencias. Ser maestro de escuela
es respetar la individualidad y creatividad, ilusionada y expectante, de cada
uno de los alumnos, olvidados de un tradicional y malsano paternalismo que
engendraba individuos sumisos, impersonales, receptores de la escala de
valores, implacable, patriarcal y dominadora, de sus maestros. Ser maestro de
escuela es notar que, de una manera natural, sencilla y transparente, fluye del
alma, contagiosa, la felicidad, la
alegría, el amor, la generosidad, la compasión...
Y una vez
más en este día mandamientos que considero
debe tener presentes un maestro.
A mi nieta Amalia, estudiante de
magisterio y a tantos jóvenes que me piden orientación, esta especie de
"mandamientos" que considero debe tener en cuenta todo maestro:
1. Un maestro no debe ir a la escuela con el propósito prioritario y único de enseñar. A flor de piel, el conocer, amar y hacer felices a tus alumnos.
2. No olvides que tus alumnos no son cera para moldear, sino el futuro que está en tus manos para hacerlo crecer en libertad, autoestima, creatividad…
3. No pongas fin a las tareas educativa al finalizar el horario escolar. Muy al contrario, los alumnos, sus problemas, sus vidas… deben ir contigo a lo largo y ancho de los días, porque deben formar parte de ti, desde el mismo instante que entren por las puertas del aula.
4. No te propongas imponer justicia sin escuchar. Sería manipulación pura y dura.
5. No dejes que un alumno se aleje de tu lado triste, humillado, decepcionado.
6. No mientas a tus alumnos. Recuerda que tú no eres un sabio sino un ser humano con grandes limitaciones. La verdad no humilla sino que engrandece.
7. No trates de ser copiado por por tus alumnos. Procura, por el contrario, fomentar su individualidad. Su futuro no puede ser fotocopia de tu, tal vez obsoletas, creencias.
8. No dejes que tus alumnos se vayan sin que hayas pronunciado su nombre, dedicado unas palabras, mirarle a los ojos…
9. No midas a tus alumnos con la misma vara; no son número y cada uno de ellos es único e irrepetible.
10.No hables para ser escuchado; habla siempre para ser comprendido.
11. No emprendas una tarea sin haberla motivado con anterioridad. Sería como emprender un camino a oscuras.
12. No trates de que un día sea igual a otro. La creatividad debe ser el arma que los haga únicos y especiales.
13. No niegues a ningún alumno la posibilidad de rectificar, evitando, así, desenmascararlos y humillarlos.
Y no olvides que la felicidad que
tú puedas propiciarle, tal vez sea la mejor, la única que los salve de las
muchas contrariedades del futuro, pero sobre todo, no intentes que sean a tu
imagen y semejanza, sino que crezca en ellos las personas que son libres,
autónomas, portadoras de grandes valores que descubrirás y potenciaras desde la
observación y creatividad.
Mi nueva obra, RECUERDOS DE UNA MAESTRA,
dedicada a mi nieta Amalia, estudiante de magisterio, a mi hija Isabel María, a
mi hermana Estrella, a mi hermana Mª Jesús (q. e. p. d.), a mi sobrinos
maestros, a mi nieto Gonzalo, profesor de inglés. Sin pasión de ninguna clase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario