DIARIO
CCÓRDOBA / EDUCACIÓN
TÚ GRABAS,
YO GRABO
Tras más de treinta años colaborando en este
suplemento, más toda una vida dedicada a la educación, no creo que nadie dude
hasta qué punto soy enemiga total del maltrato de cualquier clase que se pueda
dar a un niño, a una niña y es por eso que a la vista de la difusión que hoy
día los medios de comunicación dan a todo sin importar las consecuencias y
dimensión que pueden alcanzar interpretaciones y malos entendidos, me he
decidido a escribir este artículo.
Y es que voy a referirme a ese «creativo» invento
de colocar una grabadora a un alumno o alumna para ir a la escuela, algo que
desde mi punto de vista, debería estar penado por lo que conlleva para un
pequeño ser portador de un artefacto oculto para espiar a sus maestros. No dudo
de que sean ciertas amenazas, palabras fuertes en momentos determinados del
día, pero yo, maestra, también pondría una grabadora para saber qué le dicen sus padres, qué cosas oyen en su casa, porque, ¿qué padre, qué madre en
momentos de malos humos, que son muchos,
no gritan barbaridades a sus hijos? Y no hablo de memoria, que son ya
muchos años de convivencia con niños y niñas y muchas cosas oídas y no digamos
de las peleas y frases entre padres y
entre hermanos.
Pero hoy, en cualquier caso, los maestros parecen
ser los enemigos número uno del alumnado y así está el magisterio, por el que
siento un inmenso cariño pero también una gran pena: que a mi hijo le hacen
bullying, que a mi hijo le empujan, que a mi hijo lo insultan, que denuncio,
que voy a la delegación, etcétera. En la
mayoría de los casos. las mismas, vamos a llamarle agresiones, que sufre un
niño, las sufren otros, pero unos saben
defenderse y otros se achantan,
potenciando así el trato de los demás.
Yo creo que excepto casos muy
especiales, los padres en lugar de tanto ir y venir a delegaciones,
inspecciones, colegios, etc, tendrían que educar a sus hijos en la necesidad de ser fuertes, valientes, etc. porque la
escuela se acaba, pero la sociedad, no, y los
débiles no
solo van a seguir siendo víctimas, sino
que no van a encontrar su sitio en un
mundo de competitividades y zancadillas
Y los maestros, hablo en general, cada vez se
encuentran más acorralados, desanimados,
y sin nadie que ponga fin a este desmadre de tonterías en muchas, muchas
ocasiones que no dudo que en algún caso sea auténtico drama
Una cosa es un
maltrato, una bofetada, de las que tantas se han dado, y otra, palabras airadas
en un mal momento y la consecuente e inevitable estigmatización social del
magisterio.
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