Estrategias para
comprender, resumir y aprender
Imagino
que para algunos profesores/as lo que hoy, siguiendo un poco más con Técnicas de Estudio, voy a exponer, no les va a resultar muy ortodoxo, pero,
desde mi punto de vista, el maestro va a la escuela, a enseñar y, como he dicho en otras
ocasiones, sobre todo, a aprender. Y para aprender tan solo hay que observar
qué cosas motivan al alumnado y servirse
de ellas para sus estrategias.
Así, de toda la vida, para los alumnos el hacer
chuletas ha sido casi una pasión. Con
ellas escondidas iban, de cara a exámenes, más seguros, valiéndose de mil
estratagemas para no ser “pillados” por el profesor/a.
Bueno, pues, si recapacitamos un poco y nos
preguntamos qué es una chuleta y cuál es
su contenido para que les resulte algo tan valioso, daremos con el quid de la
cuestión: una chuleta es el extracto personal más esquematizado de lo esencial
de cualquier tema, objeto de evaluación.
De ahí que personalmente me haya valido de esta estrategia para que se interesen y
caigan en la cuenta de lo importante de cada contenido.
Y de cara a una evaluación le he dicho lo
siguiente: Podéis traer y usar chuletas
pero que yo no os vea.
Por supuesto, la noticia era siempre una bomba
de motivación y, por mi parte, a la hora de la evaluación, ¡claro que los
veía!, pero me hacía la distraída a la vista de los esfuerzos por tenerlas
escondidas.
La evaluación para mí no tenía por objeto
aprobar o suspender, sino una forma más de hacerles avanzar en la comprensión y
aprendizaje. Y para ello nada mejor que darles armas en lugar de restarlas.
Otra estrategia y termino por hoy: Ante un tema
terminado y la correspondiente comprobación de si habían alcanzado los objetivos mínimos, al menos, consistía
en previamente al Control o evaluación, y de forma presencial preparaba las
preguntas fundamentales.
Los alumnos, porque yo así lo procuraba, eran
conscientes de lo que estaba haciendo y todos sabemos cuánto hemos deseado y
cuánto hubiéramos dado por conocer las
dichosas “preguntas” de un examen.
Bueno, pues, cuando las tenía escritas, las
dejaba encima de la mesa y les decía: Voy
a bajar un momento a dirección. Seguir trabajando.
Cuando regresaba las caras de complicidad eran
dignas de un cuadro, pero no me daba por enterada: las habían copiado.
¿Resultado? Todos “aprobados” y con creces.
Sinceramente, no me importaba en absoluto: había
conseguido que estudiaran bien lo esencial del tema, objeto del examen o
control.
Y seguiré porque hay maestros que así me lo
piden. Gracias por ser receeeptivos a tan sencillas “técnicas”
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