Es muy fácil pasar de la educación a la manipulación
Durante
un tiempo, mi hija mayor trabajaba fuera de Córdoba.
Cada
domingo, por la noche, se marchaba en coche a su destino.
Al
despedirla, yo intentaba sonreír para darle ánimo.
Después,
me asomaba a la terraza y hasta que se perdía de vista, con lágrimas en los
ojos, le decía adiós con el pañuelo.
Ella sabía de mi pena por su ausencia y me repetía: ¡Si no pasa nada, mamá! ¡Si allí estoy bien!
Un
día caí en la cuenta de algo importante: sin ser consciente de ello, estaba manipulando sus sentimientos hacia mí.
Y me dije:
No me asomaré más a la terraza. Es
preferible que se lleve mi “olvido” a que se lleve mis lágrimas.
Entiendo,
queridos amigos, que así funciona la llamada Inteligencia
Emocional: como capacidad psicológica para apreciar,
conocer y expresar nuestras propias emociones, entender las de
los demás, y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y
nuestro comportamiento. Muy útil y necesario en educación.
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