Buenos días, compañeros: Hoy también prensa. En
el Diario Córdoba y en el suplemento de educación, mi artículo. Creo que el tema es de interés para todos. Buen día, con
proyectos ilusionantes por pequeños que sean.
Y un pensamiento, conclusión de vivir
atenta a mi comportamiento y al de los
demás, tratando siempre de aprender:
No caigamos nunca en la
tentación de copiar cualquier cosa. Pensemos que el peor original será
siempre mejor que la mejor fotocopia.
No hace mucho me encontré con un antiguo alumno que me
contó cómo gracias al dibujo había llegado a ser un creativo diseñador con
trabajo en Madrid en un gran bufete de arquitectos. Recordé la poca importancia
que se le daba a las asignaturas llamadas marías y que, de la noche a la
mañana, se borraron de los planes educativos.
Se denominaban así, marías, a las asignaturas que eran
fáciles de aprobar y no decisivas para promocionar cursos. Eran años aquellos
en los que se desconocía que todos nacemos con disposición a diversos tipos de
inteligencia, y de ahí que los saberes se cifraban ante todo en dos:
Matemáticas y Lenguaje. Los padres consideraban (y todavía hoy) que sus hijos
debían dedicar mucho tiempo a estas asignaturas porque tenían que centrarse en
superarlas.
Pero, claro, esto era causa de grandes fracasos porque se
discriminaba a los que nacían, como todos, dotados de idénticas facultades,
pero como todos también, con mayor grado de predisposición para algunas. Así,
el dibujo, por ejemplo, era considerado como algo que entretenía y ayudaba a
pasar el rato. De igual forma las manualidades que pasaban por todo tipo de
conocimientos prácticos para la vida, al tiempo que se fomentaba la
creatividad, socialización, etc. Recuerdo los clásicos braseros de antes que
por menos de nada dejaban de funcionar. Un día a la semana, dedicábamos la
tarde a arreglar cacharros, ¡y qué montón de braseros pusimos entre todos a
fusionar!.
De estas llamadas asignaturas marías, muchos alumnos, hoy
día, salvados del fracaso, han logrado alcanzar una vida y trabajo dignos. Hoy
se habla de educar en competencias, incluyendo, se supone, entre las
consideradas básicas, ciencia y tecnología. Las tecnologías, doy por sentado
que ni hace falta enseñarlas, porque bien pronto y por su cuenta, saben más que
los maestros, pero, ¿y las manualidades? Sinceramente no puedo juzgar lo que no
conozco, pero deseo y espero que se vuelva a ellas de una manera práctica y
creativa.
En un pequeño jardín del aula,los niños aprendían a
sembrar semillas, cuidarlas y en una especie de cuardenos de campo,iban
apuntando fechas de sembrado, de primeros brotes, etc. Y las regaban, abonaban,
limpiaban, etc. y eran felices.
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