domingo, 30 de marzo de 2014

Ser maestro/a






¡Qué chaparrones de malos "gestores" tiene 
que soportar, a veces, los alumnos/as!


Mucho antes de evaluar a un alumno, el maestro/a debe evaluarse a sí mismo para saber exactamente qué nota merece el alumno 

Un maestro/a debe sustituir la palabra mal por  “puede estar mejor”.

Ante un alumno que no llega a diez, el maestro/a debe “bajar” el diez hasta el alumno.
  
Ser maestro/a es  un tener  siempre la mano extendida para facilitar el caminar de los alumnos/as que la necesiten, evitando así que puedan caer.

Un día vi cómo un pajarillo  alzaba vuelos desde mis pies. Unas lágrimas rodaron por mis mejillas. Era exactamente mi sueño: preparar a mis alumnos para que pudieran izar vuelos hacia horizontes de libertad.

Por lo general, el maestro/a, en aras de horarios, programas, contenidos, etc. obnubila la globalidad de  los alumnos, sometiéndoles, solo, al implacable rasero de  evaluaciones y exámenes, forzándoles, así, a una implacable maratón, cuya meta, por razones variopintas, puede ser inalcanzable para muchos, dejándolos, eso sí, marcados para siempre.

El maestro/a jamás debe dejarse llevar por el posible currículum,  casi siniestro, a veces, de algunos alumnos,  sino que buceando   en sus profundidades debe encontrar al ser humano que late perdido sin encontrar camino hacia la superficie.

Para un maestro/a tan valioso debe ser el alumno que tan solo sabe cortar  bien un papel como el que mejor estudie, memorice, etc. porque los talentos y habilidades son múltiples y en descubrirlas, valorarlas y encauzarlas reside el éxito o el fracaso.

Un maestro/a debe dilatarse, pero jamás derretirse.

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