Yo creo que de vez en cuando hay que hacer un alto en la cotidianidad de programas
en marcha y llevar al alumnado a un relajado escenario en el que sea posible la
reflexión acerca de temas que se van sucediendo en el transcurrir de sus días.
De ahí el blog que dedico a mis nietos y que de vez en cuando traslado a este
por si le es válido a maestros/as que coincidan con esta urgente necesidad:
enseñad a los alumnos/as a pensad. Hoy, con motivo de un día que fue importante para mí y en el que estuvieron todos, les hablo del protagonismo.
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Mis
queridos nietos y nietas: Aprovecho la última celebración –el nombramiento como
hija predilecta de mi pueblo- en la que todos, junto a vuestros padres,
estuvisteis presentes con gran alegría para esta abuela. Solo faltó mi
Gonzalo mayor que no obstante, desde Escocia y a través del móvil,
siguió, paso a paso, tan emotivo acontecimiento.
Y digo
que aprovecho para hablaros acerca de algo que ya hemos tratado aquí o en
cartas que os he escrito: protagonismo, triunfo, fama…
Así que vamos
a ello.
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Los
seres humanos necesitan y buscan protagonismo. A veces, lo compran
a cualquier precio, a veces, hasta lo roban ¿Radica en ello la
felicidad? ¿Acaso puede dormir tranquilo quién compra, hurta, se apropia ideas
que no le pertenecen con tal de ser importante en algo o por algo? Veréis lo
que pienso:
El
verdadero protagonista no busca el podio para llamar la atención y
exhibirse, sintiéndose así orlado de gloria. El verdadero protagonista
sabe que no hay escalón gratuito sino una personal, larga, difícil, legal
e íntima carrera hacia la meta sin importarle tanto el llegar como el
luchar por alcanzarla.
No
olvidéis esto: sólo seremos protagonistas auténticos de aquello que, con
esfuerzo, trabajo y amor salga de nuestras manos con voluntad y destino el de
llegar a las de los demás.
Caminad,
mis queridos nietos y nietas llevando con vosotros el convencimiento de que
nadie es superior ni inferior al otro por mucho poder o fama que tenga. Lo dice
el Evangelio que poco leéis: nadie puede añadir un ápice a su estatura...
No
olvidéis jamás que los seres humanos somos complementarios; nadie, por muy
“grande” que parezca lo tiene todo. Nos necesitamos, pues. Envidiar, eliminar a
quién parezca hacernos sombra equivale a mutilarnos. Y que yo sepa,
un mutilado, por su propia mano, es, como mínimo, un cuerpo incompleto. Peor,
mucho peor, un alma incompleta.
El
mejor dotado, el más sabio, famoso y poderoso, el auténtico protagonista no
tendría que ser un obstáculo para nadie. Muy por el contrario, para cada
proyecto emprendido habría que, lupa en mano, buscar al sobresaliente, porque
sí lo es de verdad, sabrá cómo llevarlo a buen fin, al tiempo que
encontrará la forma de que todos, en una amplia gama de
capacidades, brillen por igual.
Los
seres humanos, en general, se olvidan de la provisionalidad que somos, y
buscan, ansían a cualquier precio, el poder, el protagonismo, ahogando en su
absurda escalada, cualquier valor superior que pueda ensombrecer su mediocre
actuación en este gran teatro que es el mundo.
Todos
queremos ser alguien, tener forma, destacar del fondo, y eso es justo y
deseable, pero eso no se logra pisoteando cabezas para escalar peldaños.
Uno llega a ser protagonista, no cuando los demás así lo aplaudan o reconozcan,
sino cuando se toma el pulso día a día y reconoce, en el ritmo de
sus latidos, un solo deseo: progresar en orden, en paz, sin tregua sin dejar
espinas en el camino.
Tropecé un día con un famoso y me acerqué a saludarlo. Mirando para otro
lado, me dijo: lo siento; no tengo tiempo. En ese momento, le quité el
“título” de famoso y le coloqué el de ruin.
Un
premio, un homenaje, una distinción, etc. no nos hace más grandes; debe
hacernos más solidarios, solícitos y atentos a los seres humanos que nos rodean
o necesitan. Un premio, un homenaje, una distinción es como un compromiso
más que adquirimos con la humanidad
Convertíos
en protagonistas de vuestras vidas. ¡Esa sí que es una responsabilidad que nos
pertenece! No la dejéis en manos del azar, no la dejéis en manos de nadie, no
la dejéis para mañana. Siempre puede ser demasiado tarde.
Este
amanecer, mi responsabilidad con vosotros, que tanto os gusta la fama, el
protagonismo que a vuestra corta edad os parece lo mejor del mundo, es
deciros lo que pienso y que resumo en pocas palabras: trabajad, luchad,
amad, amad mucho a todos y lo demás se os dará por añadidura.
Os quiero
Que maravilloso legado estas dejando a tus nietos... un placer leerte.
ResponderEliminarReme.