martes, 26 de mayo de 2015

Carta de un antiguo alumno


La inmovilidad conduce al hastío. La educación también exige, desde hace años, una total renovación, pero solo sabemos lo que conocemos y una vez y otra, aunque parezca que cambiamos, tan solo removemos y hacemos ruido para seguir en lo mismo.
Alumnos en el aula investigando y copiando noticias.

Buenos días amigos: hoy tropecé, entre las muchas cartas que conservo, con la de un alumno que me ha emocionado, tras tiempo sin leerla, porque creo que entendió bien mi constante mensaje acerca de la creatividad.
La transcribo literalmente porque hace en ella una importante reflexión

Hola, Isabel: El famoso premio Nóbel de Física A. Einstein decía: "La imaginación es más importante que el conocimiento" Hoy día nos encontramos en la era de la información; somos la generación del conocimiento. Sólo se valora  a las personas por lo que han estudiado o por lo que saben. Lo que más preocupa es que la juventud esté muy preparada para superar los problemas de la vida. ¡Qué error! La mejor solución suele ser la más imaginativa, no la más estudiada. La mejor solución sorprende por su frescura y por romper con lo anterior, como hizo la relatividad de Einstein.
El que imagina es capaz de ingeniar y puede crear cosas nuevas que cambien el mundo. El que conoce, no. El que conoce sólo puede analizar lo que le rodea. Comprende de dónde vienen las cosas, puede que comprenda el  porqué  de las cosas e incluso a dónde van, pero nunca será capaz de crear algo nuevo.
Los hombres más grandes de la historia siemp+re han sido más creativos que conocedores. Cuando empecemos a cambiar esta forma de pensar el mundo irá mejor. Mientras tanto seguiremos igual que siempre.
Yo, como antiguo alumno, sólo te puedo decir: Gracias, Isabel, por enseñarnos a imaginar más que a conocer.
 Un beso de un alumno que estudio contigo y al que   enseñaste a imaginar.

Confieso, compañeros, que siempre que releo palabras de mis alumnos como de tantos y tantos maestros, siento que unas una nube de lágrimas asoma por mis ojos. No, no es tristeza; es agradecimiento a la vida por haberme dato tanto.

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