Amigos y compañeros: siempre la expresión oral, el aprender a
hablar en público, como ya he repetido en más de una ocasión, ha sido para mi
objetivo a valorar muy encarecidamente
en la competencia del Lenguaje.
En una ocasión llegó a mi
curso de cuarto de primaria un alumno
solitario y silencioso. Era muy difícil lograr que hablara dos palabras seguidas. No obstante,
los compañeros lo querían y distinguían por la generosidad y
ayuda que prestaba a todos, tanto en su material escolar, como en hacer tareas –era trabajador
e inteligente.
Un día me propuse
averiguar porque le costaba tanto hablar, Para tal fin, les repartí a
todos periódicos y revistas para que eligieran y recortaran la imagen que más
le gustara y escribieran el por qué de
su elección. Aquel niño eligió la imagen
de un político hablando con un micro en la mano. Escribió: porque con un micro
se puede hablar mejor.
No dije nada pero
logré llevar un micro al aula y organizar una actividad para que todos los alumnos hablaran por él, aunque tan solo fueran unas palabras de saludo. Cuando le
tocó a él –mi expectación era máxima-, con voz clara y alta dijo: me llamo
Antonio y me gusta venir a esta clase porque es muy guay. Los compañeros lo
aplaudieron, y yo casi me eché a llorar porque, a partir de aquel día, y repitiendo la actividad de vez en cuando,
logré que aquel alumno hablara con todos y de todo.
Mi querido Antonio, hoy, trabaja como comercial de una gran
empresa.
Creo que el maestro no solo es un transmisor de conocimientos sino sobre todo un estratega del cuero y alma de sus alumnos.
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