miércoles, 9 de septiembre de 2015

Dónde vas pequeño


Amigos que tan generosamente leéis y comentáis mis sencillas cosas, hoy, en esta carta que dedico a mi nieto, una vez más, me revelo contra sistemas de enseñanza que tan solo son aparentes cambios, pero que pasan los años, la vida, pasamos todos y todo se mueve hacia valores del progreso; la escuela, la educación, sigue inamovible. 


DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
  10/09/2015
A mi nieto Gabriel
Difícil, pequeño mío, expresar en estas breves líneas tan profundos y variados sentimientos como los que me violentan cuando te veo preparando tu primer día de clase en un instituto. Sí, ¡claro que he llorado!, pero de rabia, de impotencia y hasta de miedo, porque, ¿dónde vas con tus doce años recién cumplidos, cargado, que caminarás encorvado, con unas mochila sobre tus débiles espaldas que pesa más que tú? ¿Dónde vas, camino de un instituto que te viene demasiado grande para tus pocos años? ¡Si fue ayer cuando grabábamos tus primeros balbuceos, cuando te llevábamos de la mano al paseo, cuando con tu precoz intuición protagonizaste anécdotas que jamás he olvidado! 
Rabia e impotencia y no porque hayas crecido, sino porque, nervioso, aturdido y reflexivo irás y vendrás entre tu grupo de compañeros y amigos, tan nerviosos y aturdidos como tú, a un escenario cuya pasarela no debería ser todavía tu destino porque, a pesar de tus rabietas, tus aparentes precocidades de adolescente, no eres más que un niño que, abrumado por tantas responsabilidades, vas perdiendo tu espontaneidad y perenne sonrisa. 
Rabia e impotencia, sí, porque no somos capaces de inventar una enseñanza más acorde con tus gustos, tu edad, una enseñanza más creativa e ilusionante y porque no somos capaces de crear un mundo mejor donde te sientas seguro y puedas crecer siendo tú sin tener que ceder jamás ante el miedo o la intimidación por parte de los "gigantes" que acecharán tu bondad e ingenuidad para hacerte su presa. 
Con todo a punto para tu asistencia a ese centro, quiero decirte algo: la vida es para todos una gran aventura, y tú has comenzado ya a protagonizar la tuya. Demasiado pronto, sí, pero trata de rotular a tu manera dos palabras que no dejen en blanco ni una sola página de tu existencia: ilusión y amor. 
¡Venga, mi niño, y adelante! ¡Que no te asusten ese mar al que miras y hacia el que caminas! Como las gaviotas que veíamos este verano, no te ahogarás en la tempestad, porque, por altas que sean las olas, tú también tienes "alas" y podrás remontarlas siempre.

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