Empezamos la semana, amigos, con
noticias políticas que coparán medios de comunicación. Por supuesto, trato de
estar informada, pero voy a lo mío: los libros, los niños, la luna…
Y es por eso que empiezo con una
anécdota muy contada por mí, pero que fue
una de las muchas y trascendentes
lecciones aprendidas de los niños.
(De mi obra, “Bolitas de Anís”,
editada por Desclée)
En una ocasión, una pequeña de ocho
años se acercó a mi mesa y me dijo: maestra, tú siempre llamas a Paula
para que ponga la fecha en la pizarra; yo no la he puesto nunca.
Le contesté, y era la única razón,
porque es la más alta y llega arriba de la pizarra. Sin dudarlo. Añadió: si me
subo en una silla, también yo llego.
Y desde aquel día procuré tener a
mano la “silla” que posibilitara a todos llegar a lo más alto.
Y esta es mi luna eclipsada. La más
humilde que podáis ver, Entre otras
razones, mi cámara “viejecita”.
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