Hoy día, no basta con hablar a lo niños;
hay que hablar con ellos y
saber que piensan, qué opinan...
Hoy más que nunca, y dado el constante
bombardeo de imágenes y noticias que se suceden día y noche y que sin ningún
tipo de pudor entran y asaltan, mediante la televisión, la intimidad de
nuestros hogares, allí donde nuestros niños pasan horas extasiados, es
importante hablar con ellos, pequeños y jóvenes, de manera honesta y sincera, sobre lo que ven y oyen.
Una pequeña de tres años –me contaba
una madre-, mientras jugaba delante del televisor, exclamó, al escuchar
noticias sobre el atentado terrorista: Los
hombres que están en la guerra han pegado una bomba y a ver si los
cogen pronto y los meten en la cárcel para que no peguen más bombas porque han
matado a un bebé. La madre algo sorprendida le preguntó: ¿Y tú cómo sabes eso? A lo que la
pequeña con toda naturalidad contestó:
porque me lo ha dicho mi seño.
Hablar
con los hijos, con los alumnos es darles a ellos la oportunidad de
expresarse, con naturalidad sobre cualquier tema, en tanto que a los mayores nos da la oportunidad de
conocer y aclarar las posibles preocupaciones y desvaríos que puedan
ocasionarles miedo, inseguridad, tristeza... Pero hay que tener presente que no
se trata de hablar a ellos, lo que conllevaría el que sólo habláramos los mayores, mientras los pequeños tan sólo
escucharían, algo muy común tradicionalmente cuando solo había lugar a la voz del padre o del maestro. En estos
tiempos el hablar a los niños hay que sustituirlo por hablar con los niños.
Crear el clima adecuado para que
formulen sus preguntas, expongan sus temores y adquieran el conocimiento
real de las cosas en palabras de aquellos que ocupan el eje de sus inciertos
años.
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