miércoles, 26 de abril de 2017

Maestros, hoy




Hoy quiero dar respuesta a un grupo de maestros jóvenes, que me abordaron no hace mucho, tras leer “Memorias de una Maestra” con una interrogante:  ¿cómo hacer para ser un buen maestro hoy? Bastante decepcionados y desconcertados ellos por la realidad  dura y cruda que les resulta el ejercicio de su magisterio,  me confesaban haber elegido dicha carrera por vocación, pero no obstante, el desánimo los  tenía atrapados en una  casi irreversible depresión.
 Y en mi deseo de ser breve y explícita, les transcribo pinceladas de mi libro inédito “Maestros de Escuela, hoy”, en cuya introducción hago una especie de  proclama básica sobre lo que yo entiendo qué es ser maestro y cómo ejercer tan admirable profesión, ayer, hoy y mañana.
- Ser maestro de escuela es ser capaz de sostener en vilo, y sin que decaigan un ápice, las alegrías, las motivaciones, los intereses, los sueños de un niño.
- Jamás un maestro debe consentir que un alumno se aleje de su lado, aunque sólo sea por unos instantes, humillado, triste, fracasado...
- Los niños no son sumandos de una suma. Luego jamás debe colocárseles el signo del igual.
- Todos los niños tienen grandes valores. Si no son apreciables a primera vista, habrá que buscarlos;  jamás  ignorarlos.
- Cada niño tiene su propia cumbre. Ayudémosle a lograr la escalada. De lo contrario lo estaremos condenando a una caída perpetua de fracasos, cuya gradas, peldaño a peldaño, llevará grabado nuestro nombre.
- Un maestro sin amor, es un pozo sin agua. Por mucho que intente sacar de él, los alumnos quedarán sedientos.
- Un maestro no es el hombre o mujer que lo sabe todo y lo da a todos. Un maestro es el ser humano que, con humildad, sabe dar y recibir.
- Un maestro es un hombre o una mujer capaz de generar cada día ilusión, creatividad y amor.
¡Animo, compañeros! No hay tiempos buenos ni malos; sólo distintos. Olvidar patrones y confeccionar una escuela nueva cada día. He ahí el secreto.   

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