El pájaro rompe el cascarón, el
cascarón es su mundo. Quien quiera nacer debe romper su mundo." (Herman
Hesse).
Existe al menos una característica del ser humano que lo hace
realmente diferente del resto de los
seres vivos: su capacidad para hacerse a sí mismo. Durante los primeros años de
nuestra infancia son los demás quienes deciden, no sólo aquellas cuestiones
básicas para nuestro normal desarrollo fisiológico, sino que de alguna manera
van troquelando, a veces inconscientemente, lo que desean que sea nuestro
futuro en todos los órdenes de la vida.
No obstante, llega un momento en el que decididamente debemos
tomar las riendas y constituirnos en auténticos protagonistas
de lo que en realidad deseamos hacer con nuestras vidas.
Es decir, en buena
parte debemos autoconstruirnos lo cual equivale, a romper el cascaron, los moldes heredados, ya que. el quedarnos en ellos o repetirlos, sería quedarnos estancados, quedarnos
tan enanos que para nada contribuiríamos, no tan solo a nuestro personal
desarrollo, sino también al desarrollo de todo cuanto de nosotros pudiera depender.
Es por eso preciso crear y alzar vuelos desde nuestra irrepetible individualidad. Cada uno de nosotros somos únicos y es por tanto que no
podemos servirnos de formas que crearon y sirvieron a otros. Pueden, eso sí, servirnos de
referencia para avanzar, pero el copiarlas, el reproducirlas es negarnos a
progresar y ser personas desde la unicidad. Somos, por otra parte, también seres inacabados, imperfectos, que estamos
en la vida para realizarnos plenamente.
Esta realización se logra por la
cultura, el progreso, el desarrollo social y sobre todo por la creatividad. Y
en este sentido el educador, hoy más que nunca debe investigar las
posibilidades de la creatividad como motor del aprendizaje. Los
nuevos tiempos demandan ciudadanos y trabajadores creativos, capaces de ver las
cosas desde múltiples perspectivas, de adaptarse con flexibilidad a los
cambios, de crear cosas nuevas a partir de conocimientos preexistentes, de
actualizar saberes, de empatizar con el otro, de trabajar cooperativamente...
Educar, hoy día, es enseñar a pensar y enseñar
a sentir, y enseñar a destacar del fondo y crear nuestra propia forma, porque
de lo contrario, si bien puede resultar cómodo, a la larga provoca irritabilidad, descontento,
agresividad porque nadie ha nacido para ser confundido con el fondo.
Romper el "cascarón” y crear un mundo único en el que quepamos todos.
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