domingo, 30 de junio de 2013

Los alumnos/as cuentan sus cosas

(De "Diario de una Maestra y sus Cuarenta Alumnos", publicado por Desclée de Brouwer)

Mis queridos alumnos/as, Fran, Esther, Ricardo...
Jamás, jamás os podré olvidar.


Queridos compañero/a: Este trabajo que hoy te ofrezco es el resultado de seis años de convivencia con un grupo de cuarenta alumnos que, voluntariamente, y tras haber sido motivados leyéndoles cada día algo de mi particular Diario Personal, logré mi propósito: que ellos escribieran el suyo.
Si yo los conozco y las puedo divulgar, es un privilegio que a ellos debemos. En su día me autorizaron para hacerlo con una sola y única y rotunda condición que siempre respeté: que sus nombres quedaran en el anonimato.
Y fiel a mi promesa, y para que te pueda servir de referencia, he utilizado seudónimos que nada tienen que ver con la realidad, ni de sus nombres, ni de ningún detalle de su vida que pudiera identificarlos.
Es por eso, que si bien todo en este Diario es real, he recurrido a estrategias que puedan despistar a lectores cercanos a estos alumnos.
Sinceramente confieso que, a pesar de muchos años ya en las aulas, hasta que no me leí despacio un verano, todos y cada uno de aquellos escritos, desde entonces fue cuando comencé a conocer a mis alumnos. Y lloré, reí, cambié...
Iré citando alguno de aquellos escritos diarios de mis alumnos/as. Puede que algo cambie también en la perspectiva pedagógica de algún profesional.


Y LOS NIÑOS/AS ESCRIBIERON:

Hoy ha sido un día muy triste. Nunca pensé que ocurriera: se ha puesto enferma la persona que más quiero de la clase. Todo el día me lo he pasado pensando: "¿será grave?".
Al salir por la mañana, una amiga suya me ha dicho: "Es la varicela", y ya me he quedado algo más tranquilo pero, cada vez que miro para su sitio y lo veo vacío... Siento una cosa por dentro que no sé lo que es. Y es que alguien importante falta en su mesa y en su grupo. En mi mente la veía tomando  el desayuno, con la cara llena de varicela, y pensando en mí.
A lo mejor ella no quiere que la vea con las pupas, pero a mí no me importa. Me la imagino guapa y graciosa de todas las maneras.
Este día ha sido de los más completos de mi vida porque he sentido preocupación, alegría, tristeza, emoción, etc. Adiós, diario. I. E:

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Yo nunca había visto un atentado terrorista en directo, pero ayer, cuando estaba viendo en la tele el programa "Tiempo y Marca", vi cómo el juego se paralizó. Yo sentí como que las balas que recibían las víctimas se estrellaran en mí.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué han de disparar a personas inocentes, si además son de su misma raza?¿Quieren comida, dinero, o tal vez quieren llamar la atención?
Escribo esto en mi Diario porque si alguien se lo encuentra sepa lo que pienso yo de esos hombres que matan a otros hombres: son unos cobardes traicioneros. Que den la cara y veremos. F.A.

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Amigo diario: Voy a escribir en ti. En hojas pasadas ya te conté lo que sufrí viendo morir a mi perro. Por más que quiero no puedo olvidarlo.Por eso hoy vuelvo a hablarte de lo mismo.
Era la primera vez que veía morir a un ser vivo que no fuera planta y me gustaría no haberlo visto ni tenerlo que ver jamás. ¡Era un perro tan cariñoso! ¡Era tan bueno! ¡Me quería tanto! Y aunque fuera feo, me quería tanto... Estaba vivo, y corría, y ladraba, y comía, y jugaba, y... Después, nada. Allí tendido, muerto... Mi padre lo lío en periódicos y se lo llevó para enterrarlo en la parcela.
Cada vez que subo, le llevo flores del campo y se las pongo sobre el montón de tierra que es su tumba. Me creo que él se entera de que estoy allí y lo sigo queriendo.
¿Me encontraré en la otra vida con él?
Mi padre dice que no hay más vida que ésta.
Yo, cuando lo vi malo, creí que se podía salvar. No fue posible y se murió.
Por si acaso, todas las noches rezo por él y le pido a Dios que juegue con ese perrito. A.G

(Para no alargarme, seguiré en  días de este verano...)


 .


miércoles, 19 de junio de 2013

Ocio y creatividad


Papel cuadricualado y unos lápices o rotuladores de varios colores,  bastan para crear bonitos tapices como estos hecho por  mis alumnos, aprender simetría. precisión, combinación de colores, etc. Más el fomento, tan necesario de la imaginación porque son auténticas creaciones. Es decir, no han copiado para nada. Comenzaron, eso sí, por sencillas grecas, "azulejos", etc.

En días sucesivos iré presentando otras sencillas ideas.

Son los últimos días de curso. Tal vez no volváis a ver a los alumnos que hoy se os van. ¡Ojala se queden grabados en vuestras pupilas, sus miradas, en vustros corazones, sus deseos, palabras, gestos... ! Y en vuestra memoria, sus nombres.



domingo, 16 de junio de 2013

Carta a un alumno disminuido

(El nombre de Pablo es un seudónimo)


DIBUJO DE PABLO. ME DIJO: ESTOS SOMOS TÚ Y YO.

¡Cómo buscabas mi mano y qué grande me veías!

Mi reflexión, desde entonces, que hoy finalizando ya el curso,
quiero trasladar a los maestros/as, no es otra que
una incesante interrogante:
¿Yo lo mejor para alguien?
Si eso es así me habrá valido la pena nacer,  ser maestra, vivir y morir.
Pablo era aquel niño menudito, de gafillas y piel de melocotón que, durante tres años me tuvo como tutora y del que más de una vez he escrito. 
Todavía puedo verlo enel aula ausente de cuanto le rodeaba y sumergido en un mundo de realidades que ni entendía ni aceptaba.
Y hoy, cuando han pasado casi veinte años, me has sorprendido, mi querido Pablo, en el Polígono Industrial de Chinales
A pesar del tiempo, no he dudado un instante en reconocerte: has crecido, pero sigues siendo aquel pequeño de rabietas, transformadas en lágrimas que churreteaban tu rostro desconcertado ante el más mínimo gesto crítico de los mayores que, solías interpretar, y no estabas descaminado, como evidente violación a tu compleja personalidad, a tu singular forma de ser.
Te has abalanzado en un abrazo a mi cuello, nada más descubrirme y, en pocas palabras, pero en profundo significado, he conocido el drama de tu vida, si bien, créeme: al pensar en ti a lo largo de estos quince años, casi que lo había adivinado.
No encuentro trabajo - me decías -. Nada más levantarme, me lanzo a la calle en busca de lo que sea, pero, ¡está la cosa tan mal!, y luego, mi madre que me está hundiendo: se pasa los días diciéndome que soy un inútil, que no sirvo para nada.
Tus palabras, mi querido Pablo, me estaban haciendo daño en el alma. Me dijiste que no tenías amigos, que, nada más llegar a las empresas, ni te escuchaban, que, a ratos, leías, a ratos, llorabas y que, me recordabas como lo mejor de tu vida...
Y mientras tales tribulaciones me confiabas, tu mirada, fija en la mía, era como un SOS que necesitaba urgentes respuestas.
He escrito un libro -me dijiste- Como usted nos enseñó... Se lo voy a llevar a su casa.
¡Cuánta impotencia y cuánta pena! Ni una sóla noche, tras aquella mañana, me he entregado al sueño sin recordarte, sin imaginarte llamando de puerta en puerta de una sociedad, de un mundo donde no hay sitio para ti, ni para los que son como tú, pero es injusto y bárbaro negarte el trabajo que, sin condiciones, buscas, necesitas sobre todas las cosas, desde hace... ¡tantos, tantos años! ¡En qué cruel y despiadada sociedad vivimos! ¿Qué clase de  seres humanos somos?
Una tarde, hace unos meses, Pablo llamó a mi puerta; me traía su libro caligrafiado y prosaicamente encuadernado:  Se lo regalo. Se llama la “Gallina de los huevos de oro”, pero no es como la historia de verdad; este libro es de risa.
Lo he leído y releído mil veces, pero lo que más me emociona, lo que jamás podré agradecer bastante, son las palabras de la dedicatoria: Para ti porque has sido lo mejor de mi vida.

Y mi reflexión,  desde entonces, que hoy finalizando ya el curso, quiero trasladar a los maestros/as, no es otra que  una incesante interrogante: ¿Yo lo mejor para alguien? Si eso es así me habrá valido la pena nacer, vivir y morir.

martes, 11 de junio de 2013

Maestros que educan

 EDUCACIÓN/DIARIO CÓRDOBA
 12/06/2013

La principal lección que debe impartir  un maestro/a debe
ser la lección de la vida en todas sus facetas.
Un día en clase observé que una alumna de ocho años, trabajadora y cumplidora siempre de todos los deberes, estaba como ausente de cuánto yo explicaba. Me acerqué y le pregunté qué le sucedía. Con lágrimas apuntando por el ingenuo horizonte de su mirada, exclamó: ¡Pues que mi madre sigue teniendo la nariz tan grande que los niños se ríen de ella! Un poco extrañada por lo de..."sigue teniendo la nariz tan grande", volví a preguntarle: ¿Y por qué dices que sigue? ¿Acaso de un día a otro podemos cambiarnos algo de nuestro cuerpo? Si nos operamos, sí -contestó con firmeza-, y mi madre se ha operado de las trompas.
Aunque parezca un chiste es real y, aunque pueda provocar risa, es, para un niño, un auténtico drama cualquier malentendido.
Toda mi vida de trabajo presencial en las aulas, he tratado de aclarar errores de tremendo calado. No obstante, no siempre se conocen las interpretaciones que los niños hacen de cosas que oyen, que ven, que intuyen en los mayores y que son palabras, imágenes, pensamientos "literales" para ellos.
De ahí que siempre haya creído necesaria una asignatura de contenidos meramente formativos que abarcara, no solo el ancho y largo del vocabulario, sino todo lo referente a sexualidad, hábitos, convivencia...
Y no estoy reivindicando cuestiones políticas, ni mucho menos, sino conocimientos básicos y elementales sobre muchos y variados temas. ¿Tienen idea clara nuestros alumnos de qué alimentos pueden traerles a lo lago de la vida buenas o malas consecuencias? ¿Le hablamos sin tapujos de las consecuencias de las relaciones sexuales a edades tempranas como las que hoy día se conocen? ¿Y del tabaco, del alcohol, de la convivencia?
Un maestro debe preparar a sus alumnos no solo para la vida laboral, sino ante todo, debe saber educar para la vida como personas, que son y tendrán que convivir en sociedad, lo cual conlleva mucho más que los libros de texto y punto.
Y este  aprendizaje no tiene edad. Cuanto antes, mejor

domingo, 9 de junio de 2013

El placer de crear



Crear es un placer, aunque sea un simple garabato,
una sonrisa, una palabra, un beso...
Que nuestros alumnos/as aprendan que vale más
un mal orginal que la mejor fotocopia.

sábado, 8 de junio de 2013

Primer Premio Patios Escolares

Sencillos montajes  como homenaje a un Centro Público  exponente de cómo sin ayudas económicas, pero con vocación, trabajo y creatividad, se logran grandes cosas.
Las flores, las macetas, los  platos, etc. trabajos manuelas de  muchas, muchas horas


Un Centro súper viejo, mucha ilusión,
trabajo,  creatividad y colaboración.

domingo, 2 de junio de 2013

La rutiona es como la noria gigante...

Queridos compañeros/as: En el blog dedicado a mis
nietos: - http://isabelaguerablogpotcom.blogspot.com.es/- les dedico una cartita referida a la  vuelta al cole tras la feria o cualquier otra vacación, dado que uno de ellos se quejaba y repetía: ¡mañana otra vez el rollo del cole!
Por si acaso, son palabras que hacemos nuestras cada día, cada lunes o tras cada fiesta, cuando retomamos la rutina de los días, pensé que  os podía gustar lo que le contesté a mi nieto, se puede contestar a cualquier alumno que repita frase parecida o podemos contestarnos nosotros mismos cuando, de bajón, pensamos que todo nos provoca hastío, cansancio... Con mi cariño de siempre.


La rutina es como la noria gigante.
No cesa de dar vueltas y más vueltas iguales siempre
pero siempre nos deja ver alturas, horizontes...,
si somos capaces de mirar y ver.


¡Ea, pues ya se acabó la feria, mis queridos y preciosos nietos y nietas! ¡Y anda que no lo habéis pasado bien! ¡Hasta en la noria gigante os habéis subido los mayores!

Bueno, pues, se acabó la feria y  hoy toca cole de nuevo, tareas y las cosillas de cada día.... A eso los mayores le llamamos rutina y hay quién se refiere a ella como lo peor de la vida. No obstante, a medida que vamos cumpliendo años, lo que más deseamos es que esa rutina siga y siga.

Es decir, valoramos cada vez más las pequeñas cosas de cada día: Por ejemplo, y no os riáis, a mí me produce una gran alegría, por la que doy graicas a Dios, el coger la llave a las seis de la mañana, abrir la puerta del piso y bajar a tomar un café en Tamicos, que bien sabéis lo cerquita que me queda, y ver pasar el primer autobús de la mañana, y el mirar al cielo y ver cómo va llegando la luz del día y, en fin, un montón de pequeñas rutinas que son la vida y que, como la noria de la feria, da vueltas y vueltas, siempre iguales, pero siempre dejando ver los lejanos horizontes.

Esta mañana bien temprano, cuando empezaba a despuntar el sol, salí a la terraza y le hice esa foto a lo que todavía queda de feria: la gran noria. Puede que dentro de un rato la hayan desmontado ya y no vuelva a verla hasta el año que viene si Dios quiere, pero la foto sí que se me queda para siempre en el álbum gordo, gordo de mis momentos felices.

Y lo último: acostumbraos a guardar, a coleccionar momentos para que, cuando pase el tiempo y miréis hacia atrás, os encontréis con el índice de todo lo vivido con ilusión, con amor, con ganas, aunque sea la rutina de cargar la cartera y coger el camino del cole. Os quiero mucho.