miércoles, 25 de octubre de 2017

Educar para valorar el arte

Muchas veces he sido tutora de alumnos que, llegado a determinado nivel, abandonaban las aulas. Casi obligatoriamente me veía convertida en promotora, cuerpo y alma, de un viaje de fin de estudios que, promoción tras promoción, resultaba polémico: ¿dónde ir? Mis propuestas siempre conllevaban una intencionalidad cultural, simultaneada, como era normal, con diversión, ocio, etc. Pero los alumnos, intuyendo, o más bien desechando sin reparos todo tipo de programas culturales, se manifestaban en la línea de que les aburría visitar museos y monumentos.  
Era evidente: preferían la playa, la discoteca, el trasnochar, el sentirse libres de todo aquello que pudiera recordarle a libros. Y, desgraciadamente, aquella historia se sigue repitiendo: «no queremos ver paredes» -oí decir a una alumna hace poco-. Efectivamente, los adultos no hemos sido educados para valorar las maravillas que pueden ser unas piedras, cuando en ellas puede leerse la fe, las costumbres, los valores, el arte, el alma, la historia de otros pueblos, de otras gentes. De ahí que no podamos trasnmitir entusiasmo, curiosidad, motivación ni tan siquiera por aquellos monumentos que son patrimonio de nuestras propias ciudades, que son huellas vivas del pasado y que están ahí, al paso diario de nuestro cotidiano vivir, ignorados, anónimos y, en muchos casos, medio derruidos. 
Me estoy refiriendo, en este caso, a nuestros Triunfos dedicados al Arcángel San Rafael, cuya onomástica celebramos. Es obvio que esta falta de interés y desconocimiento es claro exponente de incultura. Pero, desde mi punto de vista, injustificable para cualquier maestro o padre el que sus alumnos, hijos no conozcan en Córdoba los monumentos, estatuas y en el caso de nuestra fiesta, los monumentos a nuestro Arcángel San Rafael, denominados Triunfos.


martes, 10 de octubre de 2017

DÍA DE LA NO VIOLENCIA

DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN


El pasado día dos de octubre se celebró el Día Internacional de la No Violencia. Reflexionemos, pues, sobre qué tipo de violencia se propaga entre nuestros niños, hoy. 
¡Qué lejos quedan aquellos juegos de mi infancia en los que el arma principal era la imaginación!. Juguetes y juegos inventados que nos sumían en el círculo mágico que proporcionaba la posibilidad de una realidad paralela con el mundo de los mayores. Así, el juego de las casitas, de los médicos, etc, venían a ser divertidas caretas con las que se imitaba y se aprendía, paso a paso, cómo resolver problemas y, sobre todo se aprendía a pensar, dado que previamente, los problemas se habían imaginado, se habían, ingenuamente, resuelto. 
Posteriormente, y en años que empiezan también ya a ser historia, el progreso puso en manos de los niños, juguetes sofisticados que finiquitaban el círculo mágico y del palo que representaba el fusíl se pasó a la metralleta que disparaba, logrando efectos de sonidos y fuego. Y las alarmas se dispararon en campañas contra los juegos violentos y sexistas que pronto eran abandonados por los niños para los que el juego siempre ha seguido y seguirá perteneciendo al orden de lo extraordinario. 
Resulta que hoy día lo extraordinario, los juguetes por excelencia, hasta los más pequeños, se llaman y visten caretas de otro calado: juegos de ordenador, móviles, whatsapp. Es cierto y nadie puede negar los beneficios de estas tecnologías que facilitan la comunicación pero, ¿y los riesgos que entrañan? Inmovilidad, silencio, aislamiento, etc., que, prácticamente, se transforma en agresividad, violencia por lo que se ve y se oye, pero también por las energías no liberadas que se acumulan porque son como torrentes sin cauce que, desatados, arrasan sin control. Progresar sí, pero en orden y, sobretodo, educando.

domingo, 8 de octubre de 2017

Bolitas de Anís

Un   brevísimo relato de mi obra Bolitas de Anís. ¿Que el por  qué  de ese nombre? Muy sencillo: en esta obra cuento de forma minúscula  grades experiencias vividas con mis alumnos. En una de ellas cuento cómo un niño, pobre de todo y con algo de minusvalía psíquica, aprendió a leer  a base de bolitas de anís que llevaba yo siempre en el bolso, Un día las vio y me dijo: dame una. Se la di, y yo  le  dije: tengo muchas y cada día que leas, te doy una.  
A partir de aquel día, era el primero en llegar a mi mesa con la cartilla, leer y recibir su  bien ganada bolita de anís.
 Cuando esta obra  fue a editarla Desclée, me propuso este título: Bolitas de Anís.
Y, bueno, una vez que conocéis el por qué paso a mi relato de hoy.

Un día en el juego de seguir los pasos, iba yo a la cabeza y los alumnos, agarrados unos a otros, me seguían repitiendo paso a paso. De pronto, una pequeña voceó: maestra, Mari Carmen se ha salido de la fila. 
Me detuve, volví la cabeza y, efectivamente, aquella niña, fuera de la  fila hacía piruetas, medio bailaba y daba sus propios pasos.
Me dije: ¡qué gran lección” No volveré  jamás  a este absurdo juego de seguir los pasos. Mejor será que propicie los personales, los valores y los aplauda.


Y eso nos lleva, amigos, a reflexionar cuántas veces, sin iniciativa propia, tratamos de seguir los pasos de los demás sin aportar nada más que una mala fotocopia.