viernes, 29 de mayo de 2015

Reflexiones pedagógicas


El alma de un maestro debe ser  transparente  para que los alumnos puedan ver se en ella sin interferencias y  debe ser universal, de forma que  tengan lugar los alumnos y los problemas de todo el mundo.

Yo creo que nadie  puede haber nacido con tan mala estrella como para no contar, nunca para nadie,  como para no formar parte real y activa en el mundo que entre todos tenemos  obliga­ción de conservar, mejorar... crear, en definitiva.

Para muchos maestros sus alumnos sólo son el trabajo diario con el que se ganan el pan. Ignoran que los alumnos no son trabajo sino inmensa responsabilidad que, de ignorarla, puede convertirse en la horca de sus días futuros.

El magisterio vivido con vocación es como un poder milagroso, y no sólo en el aula, y no sólo con los alumnos de turno, sino allí dónde se encuentre.

¡Pena que al ignorarlo, obremos tan pocos “milagros”!

Hay que seguir siempre adelante, pero si al volver la vista atrás, descubrimos que por nuestra negligencia, brotaron espinas, que puedan dañar a nuestros alumnos habrá que dar marcha atrás, arrancarlas y en su lugar sembrar rosas.

Una suave caricia, una palabra amable, un sencillo elogio...
puede ser, y será el mejor recuerdo que se lleve un alumno de su paso por las aulas






martes, 26 de mayo de 2015

Carta de un antiguo alumno


La inmovilidad conduce al hastío. La educación también exige, desde hace años, una total renovación, pero solo sabemos lo que conocemos y una vez y otra, aunque parezca que cambiamos, tan solo removemos y hacemos ruido para seguir en lo mismo.
Alumnos en el aula investigando y copiando noticias.

Buenos días amigos: hoy tropecé, entre las muchas cartas que conservo, con la de un alumno que me ha emocionado, tras tiempo sin leerla, porque creo que entendió bien mi constante mensaje acerca de la creatividad.
La transcribo literalmente porque hace en ella una importante reflexión

Hola, Isabel: El famoso premio Nóbel de Física A. Einstein decía: "La imaginación es más importante que el conocimiento" Hoy día nos encontramos en la era de la información; somos la generación del conocimiento. Sólo se valora  a las personas por lo que han estudiado o por lo que saben. Lo que más preocupa es que la juventud esté muy preparada para superar los problemas de la vida. ¡Qué error! La mejor solución suele ser la más imaginativa, no la más estudiada. La mejor solución sorprende por su frescura y por romper con lo anterior, como hizo la relatividad de Einstein.
El que imagina es capaz de ingeniar y puede crear cosas nuevas que cambien el mundo. El que conoce, no. El que conoce sólo puede analizar lo que le rodea. Comprende de dónde vienen las cosas, puede que comprenda el  porqué  de las cosas e incluso a dónde van, pero nunca será capaz de crear algo nuevo.
Los hombres más grandes de la historia siemp+re han sido más creativos que conocedores. Cuando empecemos a cambiar esta forma de pensar el mundo irá mejor. Mientras tanto seguiremos igual que siempre.
Yo, como antiguo alumno, sólo te puedo decir: Gracias, Isabel, por enseñarnos a imaginar más que a conocer.
 Un beso de un alumno que estudio contigo y al que   enseñaste a imaginar.

Confieso, compañeros, que siempre que releo palabras de mis alumnos como de tantos y tantos maestros, siento que unas una nube de lágrimas asoma por mis ojos. No, no es tristeza; es agradecimiento a la vida por haberme dato tanto.

lunes, 25 de mayo de 2015

Una anécdota sin importancia


Amigos y compañeros: siempre la expresión oral, el aprender a hablar en público, como ya he repetido en más de una ocasión, ha sido para mi objetivo a  valorar muy encarecidamente en la competencia del Lenguaje.
En una ocasión llegó a mi  curso de cuarto de primaria un alumno  solitario y silencioso. Era muy difícil lograr que  hablara dos palabras seguidas. No obstante, los  compañeros lo  querían y distinguían por la generosidad y ayuda que prestaba a todos, tanto en su material  escolar, como en hacer tareas –era trabajador e inteligente.
Un día me propuse   averiguar porque le costaba tanto hablar, Para tal fin, les repartí a todos periódicos y revistas para que eligieran y recortaran la imagen que más le gustara y escribieran el por qué  de su elección. Aquel niño  eligió la imagen de un político hablando con un micro en la mano. Escribió: porque con un micro se puede hablar mejor. 
No dije nada pero  logré llevar un micro al aula y organizar una actividad para que todos los alumnos hablaran por él, aunque tan solo fueran unas palabras de saludo.  Cuando le tocó a él –mi expectación era máxima-, con voz clara y alta dijo: me llamo Antonio y me gusta venir a esta clase porque es muy guay. Los compañeros lo aplaudieron, y yo casi me eché a llorar porque, a partir de aquel día,  y repitiendo la actividad de vez en cuando, logré que aquel alumno hablara con todos y de todo.

Mi querido Antonio, hoy, trabaja como comercial de una gran empresa.
Creo que el maestro no solo es un transmisor de conocimientos sino sobre todo un estratega del cuero y alma de sus alumnos.

martes, 19 de mayo de 2015

Cerca pero no revueltos / educación

 DIARIO CÓRDOBA/EDUCACIÓN
20/05/2015
En la vida de los pueblos, de los individuos, siempre hay un momento decisivo en el que la historia comienza o cambia radicalmente. Si nos detenemos un momento y observamos el movimiento de la vida a nuestro alrededor, veremos que es permanente renovación. Nuestro cuerpo ya no es el de ayer; ha habido renovación: muerte, nacimiento. No obstante hay algo en nosotros que se resiste al cambio: nuestra mentalidad acomodada a unos esquemas que la soportan con una facilidad asombrosa basada en la rutina de la cotidianidad. Pero nuestra inercia tiene un nombre preocupante y trascendente: irresponsabilidad.
Hace unos días alguien me comentaba: ¡qué vergüenza y qué pena de jóvenes! Tras un concierto en las Tendillas, el espectáculo era dantesco: niños, de no más de catorce años, fumando, bebiendo… Botellas, papeles, bolsas, etc, por los suelos. Empujones, palabrotas, peleas, ¡ninguna educación!
Efectivamente nuestra reciente historia comenzó ayer y no se repetirá mañana. De ahí que los esquemas educativos tampoco pueden quedar inamovibles y sometidos solo y exclusivamente a los intereses políticos por un lado y a los de familias que se lamentan, sí, pero que llegan tarde al movimiento que puso en órbita los malos hábitos de los hijos.
La educación de hoy pasa por un precoz e ininterrumpido diálogo en el que se prime hablar con ellos al hablar a ellos. Me decía un padre al respecto:  no puedo negarle a mi hija que asista a un concierto al que van todas las amigas, pero yo estaré cerca, aunque no revuelto.
Creo que esa es exactamente la actitud. La educación no puede quedar al margen de la evolución y de los cambios, anatematizando, castigando y prohibiendo. Pasó el tiempo del patriarcado y pasó el tiempo de pensar en las escuelas como edificios y llegó para todos el tiempo de educar en los cambios, cerca, muy cerca de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, muy cerca, sí, pero no revueltos.